En enero del año en curso, el periodista de El Universal, Salvador García Soto, publicó en su columna “Serpientes y Escaleras” (del 30 de enero de 2017, bajo el título “Peña y Anaya, el pacto de Los Pinos”, información que palabras más palabras menos, dice que el 20 de enero se reunieron Peña Nieto y Ricardo Anaya (presidente de la República y el líder nacional panista, respectivamente), en la que pactaron en contra de AMLO.
Josefina Vázquez Mota sería la candidata del PAN a la gubernatura, ganaría la elección estatal, lo que sentaría las bases para un triunfo del PAN a nivel federal, dado que el PRI no levanta y, ante AMLO, el PAN es la opción bipartidista lógica a la mexicana.
Lo dicho por García Soto parece confirmar no un pacto sino lo que en política se llama “chamaqueo”, dirigido por los políticos mexiquenses contra la dirigencia panista. Anaya impuso a Vázquez Mota como candidata del PAN sin tomar en cuenta la historia política local, en la que visibles candidatos panistas con cierto arraigo electoral terminan siendo víctimas de sus propia biografía del poder. Lectura que, no obstante el bipartidismo a nivel federal, no fue hecha por Anaya ni por la clase política panista.
Ya les había pasado y volvieron a cometer el mismo error. Tanto Ricardo como la dirigencia blanquiazul eran conscientes de que en la bitácora de Peña Nieto estaba el uso de los 900 millones de pesos que Josefina recibió para Juntos Podemos, para el apoyo a migrantes.
Lo que olvidaron los panistas es que nadie en su sano juicio entrega el poder sin resistencia. La elección del estado de México es fundamental para sostener al PRI en el poder. Y en esa lógica actúan.
A la estrategia de conservación del poder se sumó otro ingrediente. El padre y seis hermanos de la candidata son investigados por la Procuraduría porque recibieron 17 millones de pesos de empresas que fueron denunciadas, en 2013, por el manejo de recursos ilícitos (El Universal, del 27 de marzo, de 2017).
Una campaña panista al borde de su derrota
El tema de los 900 millones no es un asunto menor; sin embargo, los 17 millones de pesos es algo que verdaderamente ha puesto no solamente a Josefina sino a la campaña panista al borde de su derrota.
Los que siguen su campaña ven a Josefina sin la “chispa” de querer ganar, según algunas notas que han aparecido en El Universal.
El punto es que esta relación con el gobierno y con un supuesto manejo de recursos de procedencia ilícita, ha jugado en contra de la campaña, aspectos que seguramente eran parte de la estrategia del primazo y pasó por alto Ricardo Anaya.
Josefina ha pedido a la procuraduría que le informe si a ella la investigan por el uso de dinero ilícito.
La “Procu” ha respondido a ella que no es parte de investigación alguna. Claro, Josefina no ha preguntado si a su familia la investigan o no y, realmente, no tendría por qué hacerlo además de que es parte de su estrategia. Se puede decir que, efectivamente, investigan a la familia y no a ella y, por tanto, sale limpia del enredo, o por lo menos, así lo ha considerado pertinente presentar por lo pronto ante la opinión pública, pero ¿alguien puede creer que la investigación de la Procuraduría llegó en este momento por pura casualidad? La campaña por la gubernatura ¿será ajena a este asunto? No lo creo.
La candidatura de Josefina enlodada por ella misma e, hipotéticamente, por los actos de su familia, así como por la ingenuidad de sus dirigentes y las “chuchas cuereras” del priismo local (claro siempre y cuando no tenga Trump enfrente), son la verdadera causa de todo este asunto que la inhabilita como candidata y, eventualmente, gobernante.
Con respecto a este último punto, si llega a ganar, una hipótesis bastante difícil de que se cumpla, tendríamos una gobernadora que recibió dinero no por la eficacia de su agrupación sino por los vínculos con la clase política y porque la clase política se la iba a guardar.
Los servicios secretos del poder midieron perfectamente este asunto ante la potencial posibilidad de que fuera candidata a la gubernatura mexiquense.
Lo que hizo el “primazo” fue solamente activar el asunto, utilizando para ello los instrumentos de poder que le permite a su grupo gobernar.
Como candidata también está anulada aunque siga en campaña. La razón es que la libertad y la autonomía de una persona, asociada a sus actos, está puesta en duda.
Josefina es una persona que es una figura de la política. La razón es que la crítica como instrumento de una campaña electoral no debe estar asociada con compromisos con respecto a los grupos o personas a quien critica porque eso, en automático, anula la veracidad de la crítica. Lo que diga Josefina ya no importa. Ese es el problema que está en el fondo de su candidatura y de su trágica doble segunda derrota electoral. De manera inconsciente mientras más arrecie sus críticas contra el gobierno de Eruviel, contra Delfina, AMLO y el gobierno, más evidente será que en el fondo puede existir algún arreglo. El inconsciente está en el lenguaje, enseña Lacan.
Tropiezan con la misma piedra
La amenaza de la Procuraduría federal sobre su familia puede ser cierta o no, es un punto que ya veremos, lo cierto es que al PAN ya le pasó una vez hace algunos años cuando postuló a Rubén Mendoza Ayala, quien compitió por la gubernatura con Peña Nieto.
En aquel tiempo quien firma la presente columna observó, y otros periodistas de la entidad vieron lo mismo, que el candidato panista una vez registrado, fue a visitar al entonces gobernador (tío de Peña Nieto), Arturo Montiel Rojas.
Después de esa entrevista nada fue de aquel presidente municipal de Tlalnepantla siempre bravucón, echado “pa’ delante”, como dicen. Según me decían los periodistas que en sur del Estado de México que seguían su campaña, recorría los pueblos con algunos copetines encima, igual como ahora pocas ganas se le veían de ganar.
¿Qué pasó en aquella entrevista con Montiel Rojas? Según información que se filtró a la prensa, el que fue alcalde Tlalnepantla, contaba con una biografía del poder asociada, al parecer, a la muerte de una persona (creo que un militar), hecho que había ocurrido hacia algún tiempo cuando él era parte del Revolucionario Institucional. El expediente se conservó, o bien, lo rescataron a tiempo y lo utilizaron en el momento oportuno. La elección de la que resultó ganador Peña Nieto, la había adelantado ya la clase política local en la mesa del entonces gobernador Montiel Rojas. Ahora, como en el pasado me parece que la elección ya está avanzada a favor del primazo o Delfina.
Bueno, así son las biografías recortadas por el poder, como la de Josefina.