Con el argumento de que no quedaron dos rectores de universidades privadas en la Comisión Seleccionadora del Comité de Participación Ciudadana, los organismos empresariales salieron a rasgarse las vestiduras y descalificar el proceso de selección del Congreso del Estado, acusando una simulación detrás de la designación.

Uno de los críticos más severos, fue Carlos Montiel Solana, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, hablando de los rectores de la Ibero, Fernando Fernández Font, y de la Upaep, Emilio Baños Ardavín. 

Sin dejar de reconocer a ambos académicos como personajes comprometidos con la sociedad, que han luchado por la transparencia en nuestro estado. 

Hay que decir que la postura del Consejo Coordinador Empresarial evidencia un interés individual, muy distante de las luchas de los rectores en cuestión.

No hay que olvidar que el CCE no propuso a ninguno de los dos personajes, sino que su propuesta fue por el rector de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Alfonso Esparza Ortiz, quien además —con y sin su propuesta—, tenía los méritos suficientes para ser uno de los elegidos.

Sin duda, el líder empresarial busca llamar la atención, quizá para aparecer en las boletas del PAN como un ciudadano preocupado por la transparencia y la rendición de cuentas, cuando en realidad ha sido uno de los incondicionales de Rafael Moreno Valle.

En el caso de la Upaep, criticó que el rector no hubiera sido designado, pero ellos tampoco lo propusieron, ya que su carta fue la del presidente de Coparmex, José Antonio Quintana Gómez, hijo de José Antonio Quintana Fernández, uno de los patriarcas de la casa de estudios, quien sí está en la lista.

La realidad es que tanto el CCE como la Upaep sí fueron escuchados, pero ahora se tiran al piso para llevar más agua a su molino.

Y al final de tanto escándalo, la realidad es que la trascendencia de la comisión será efímera, porque los cinco personajes que formarán el Comité de Participación Ciudadana, cumplirán con su función para elegir al encargado de la lucha contra la corrupción y después desaparecerá.

No entiendo para qué tantos brincos, estando el suelo tan parejo.

Más del espionaje 

Siempre he pensado que los periodistas no debemos ser nunca la noticia, porque nosotros estamos solo para contarla.

Sin embargo, en la columna de ayer del periodista Rodolfo Ruíz, se menciona que durante el sexenio morenovallista fue instalado un módulo —nido— de intervención telefónica a una calle de mi oficina, para escuchar mis llamadas.

Antes de emitir una postura, buscaré al columnista, a quien respeto por su seriedad, para conocer los detalles y los argumentos con los que fundó su entrega, para poder confirmar esta delicada versión.

Lo que sí tengo claro, es que son muchas las grabaciones que salieron del control del grupo morenovallista y las cuales ya están en manos de sus enemigos políticos.

Ahora la pregunta es: ¿Qué usó le darán a todo los nuevos propietarios de este material?

No lo tengo claro, pero seguramente saltarán chispas.