La ideología o las ideologías, aparecieron como movimientos sociales guiados por un cuerpo de ideas que representaban, a su vez, un orden que debería de sustituir o reafirmar el orden social al que había dado origen la sociedad industrial. Indicaban en términos generales que la sociedad llegaría:
1) Alcanzar un orden de racionalidad más humano que el que ofrecía el capitalismo como resultado del avance de la racionalidad de la ciencia.
2) Vivir con cierta holgura o abundancia, como producto de la creación de riqueza social y, 3) más cómodamente, de la mano de las nuevas tecnologías.
Sin embargo, hemos escuchado y leído que: “La gente no come ideología”. Frase que expresó hace algunas semanas la todavía dirigente nacional del PRD, Alejandra Barrales (El universal: 9/9/17).
Es verdad y tiene toda la razón en lo que expresó: las ideologías no dan de comer y quien se imagine, que en algún tiempo o momento daban de comer está realmente extraviado (ada) en sus concepciones acerca de lo que es una ideología.
Las ideologías decimonónicas apuntaban a una sociedad diferente, incluida la visión liberal que es la que hemos expuesto en el primer párrafo.
Nos hablan de una sociedad racional, abundante y con un desarrollo tecnológico que haría la vida más fácil y placentera.
De ninguna manera se puede utilizar a las ideologías para compararlas con algún servicio de comedor. La líder perredista expresó lo que hemos citado en otro sentido: se puede interpretar lo que dijo como que a ella no le importaba abandonar una ideología de izquierda (de la que es deudora el PRD), o que la tacharan de derechista al promover una alianza con el PAN, porque ser de izquierda no es garantía que la población que es gobernada, por corrientes de izquierda, tengan para comer o puedan comer.
La líder perredista, se aprecia, no sabe lo que quiso expresar ni se ha puesto a reflexionar tal vez en ese tema, cuando tenemos a miles de millones con hambre en el mundo.
Los movimientos liberales o de izquierda, principalmente, de ninguna manera tuvieron la intención de simplemente dar de comer a la población que pretendían gobernar o a la que dirigían sus ideas para obtener su apoyo. Lo que expresaban esas ideologías, como lo hemos expuesto, son órdenes sociales más justos y equitativo que aquel que ofrecía la sociedad industrial recién salida del orden medieval, teocrático.
El problema es que el orden ideal que expresaban esas ideologías, incluidas las corrientes liberales, fue abandonado. Dice Alejandro Nadal (La Jornada: 8/11/2017), cada vez más que en la actualidad las grandes empresas se fusionan, controla los mercados y mientras más grandes y expandidas en el mundo se encuentra todo parece indicar que así vivimos mejor.
Lo anterior, comparado con las sociedades que antiguamente imponían leyes antimonopolios para proteger a la población de los actos empresariales. Destaca que en la mayoría de las grandes empresas norteamericanas prevalece un ataque a las condiciones laborales de sus empleados.
No tener ideología o abrazar una ideología como la que enarbola el panismo y el priismo, el auténtico liberalismo de una economía salvaje de mercado, antihumana y que ha dejado a por lo menos tres mil millones de seres humanos con hambre en el mundo (o cerca de mil millones como dice la FAO), tampoco es garantía de que las personas puedan vivir con una alimentación digna. Porque no comer es una condición del capitalismo global para agotar la resistencia de millones de seres humanos (cuatro millones en México u ocho, 11 tal vez según otros, según estimaciones no gubernamentales), no comen lo mínimo indispensable cada día.
Inconsciente o conscientemente, el rechazo de las ideologías por parte de quienes las abrazaron en el pasado, no es más que un reflejo de la tragedia que ha vivido el mundo: el recorrido de las corrientes de izquierda hacia la derecha. Tal vez piensen que, de plano, se vive mejor sin remordimientos de un mundo social imaginado por las ideologías.