El presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política admitió ayer que la de los diputados no es la mejor reputación. La fama que arrastran, incluida la clase política, no da ni para que cualquier ciudadano de a pie les confíe las llaves de su casa y no es metáfora, sino síntoma de un padecimiento mayor.
No es ningún secreto, la imagen que los ciudadanos tienen de la figura de los diputados, de los políticos, de las instituciones públicas, es muy negativa”, dijo Jorge Aguilar Chedraui, desde el pódium en donde rindió su último informe de labores.
No le falta razón pues durante años, los hombres y mujeres que han ocupado cargos públicos, desde los Congresos hasta la alta burocracia, han medrado con el cargo, la charola o la influencia. El abuso y la avaricia han sido binomio que deshonra a quien lo porta e indigna a quien lo padece.
El poder iguala es la máxima, porque no hay perfil, ideología o partido político que esté ajeno al escándalo merced del escrutinio de hoy y de la acusación frontal de las redes sociales, el campo de batalla que aún antes del comienzo de la guerra por el voto ya dicta agenda.
Tal vez por eso debió admitir que “basta con escuchar las conversaciones en la calle, en el transporte público, en el restaurante, en las noticias y ni hablar de las encuestas”.
Admitir esa condición será de enorme utilidad para quien busca encabezar el Frente Ciudadano por Puebla a partir del inicio del proceso para elegir al candidato a la presidencia municipal, para el cual dejará el cargo en enero próximo.
En la entrega de la Parabólica del jueves se adelantó esa circunstancia. Será candidato por la habilidad política para tejer fino y conciliar intereses de los dos factores de decisión en ese grupo político, primero el gobernador Tony Gali y su antecesor, Rafael Moreno Valle.
A partir del mes de enero se elegirá un nuevo presidente de la Junta de Gobierno y Coordinación Política. Como lo anuncié recientemente, a inicios del siguiente año me despediré de esta Legislatura”, lo que confirma su futura condición.
La humildad que requirió para reconocer que los legisladores en general cargan con una pésima reputación deberá marcar su conducta futura porque los gestos de arrogancia y los excesos de ostentación que caracterizó la gestión sexenal del pasado no son las mejores cartas credenciales para salir a pedir el voto y la confianza ciudadana.
El bono democrático se acabó y el cheque en blanco, agotó su último saldo del sexenio.
¿Lo sabrá?