La ausencia de la senadora con licencia y actual embajadora de México en Colombia, Blanca Alcalá Ruiz en la reunión con líderes de grupos priistas con José Antonio Meade allá por el rumbo de Las Fuentes refrenda con mayor claridad la condición del priismo de Puebla.
Abona al reclamo expreso que el ciudadano que devino abandero presidencial por un trato más digno y menos entreguista frente al grupo político rival en el PAN, que encabeza un amigo del propio Meade: Rafael Moreno Valle y Roberto Moya Clemente.
La ex candidata Alcalá Ruiz encarna como nadie los sacrificios que ese partido ha debido pactar a cambio de acuerdos cupulares que permitan a Moreno Valle y su grupo quedarse con Puebla, mientras Enrique Peña y su círculo ha tenido otros beneficios en distintos momentos en San Lázaro o en la toma de decisiones internas en Acción Nacional.
Por eso es una lástima que tan poco espacio en la prensa, casi inexistente, se haya destinado al posicionamiento de Antonio Hernández y Genis, presidente de la Fundación Reyes Heroles, durante el diálogo que el precandidato tuvo con sectores de ese partido en el Centro de Convenciones este fin de semana.
Lo es porque desde que ese partido fue echado del poder público en 2010, existe una convicción general de que una y otra vez los priista de Puebla han sido utilizados para materializar acuerdos inconfesables entre las cúpulas de grupos que se han repartido el poder, como si la voluntad política y la militancia ideológica fueran moneda de cambio.
Desde una diezmada Elba Esther Gordillo, hasta un omnipresente ex gobernador, Rafael Moreno Valle, han metido mano directamente o a través de interpósitas personas para la toma de decisiones en el PRI que el propio Mario Marín debilitó con su falta de oficio para conseguir equilibrios internos hace más de diez años, y así fortalecer lo que hoy es un auténtico páramo de militantes.
Hernández y Genis es quizá quien más deba saber de las secuelas de ese tipo de arreglos. Su condición de perseguido del régimen de Moreno Valle acredita esa circunstancia y concede una figura central para exigir a Meade, Peña y al dirigente nacional, Enrique Ochoa Reza que los priistas de Puebla ya sean utilizados como moneda de cambio.
La ausencia de la senadora puede explicarse según la agenda de la representante de México en Colombia; sin embargo, hay que subrayar que la de fin de semana fue la primera aparición en Puebla de quien será candidato presidencial y eso justifica su presencia.
Pero conviene no olvidar que fue la última víctima de esos acuerdos, luego de la derrota y zarandeo que recibió en la campaña de 2016, y única ausente en esa reunión en la que de acuerdo con los asistentes, se pactó la unidad de grupos para ser más fuertes y garantizar el triunfo, aunque esa historia ya se haya contado antes.