Dos escenas simultáneas ocurridas el martes 23 ofrecen un panorama que contrasta con el que el Fiscal General del Estado, Víctor Carrancá Bourget compartió con los legisladores durante la comparecencia, como parte de la glosa del informe de gobierno ante el Congreso.

Ocurrió en la colonia Nueva Antequera, en la capital y casi de manera simultánea con el momento en que el servidor público ofrecía su “informe de logros” en medio de un concierto de lisonjas, propio de la clase política que se resiste a ver lo que toda la sociedad advierte y que nutre de miedo e incertidumbre el imaginario poblano.

Fue en una estética de esa popular colonia que de acuerdo con el Maps de Google se ubica a menos de 20 minutos del edificio en el que despacha el propio servidor público que cobró mayor notoriedad por encubrir o distraer acontecimientos delictuosos como la muerte del niño de Chalchihuapan, en julio de 2015.

Una mujer de mediana edad se teñía el pelo y un hombre de unos 50 años esperaba turno para el habitual corte de pelo. La escena transcurría con parsimonia a las 11:30 de la mañana. Carrancá Bourget acaba de comenzar con sus cifras alegres en la sede del Legislativo.

La mujer respondió una llamada en su teléfono móvil. Dio instrucciones y especificó lugar y motivo por el que se encontraba en ese sitio, del que el reportero se reserva para evitar poner en un riesgo mayor a los testigos del episodio de horror.

Minutos después, un lapso breve, entra en el local un comando. Dos sujetos se dirigen a la mujer que se trataba el pelo al grito de “esto es un levantón”.

La tranquilidad estalla en fragmentos. Tres personas más esperan fuera, alerta. Portaban armas de fuego.

Mientras tanto Carrancá Bourget expresaba agradecimiento por la calidez de los diputados, rodeados de un ámbito de tranquilidad, impecables con sus trajes de casimir y envueltos en los exquisitos olores de las mejores colonias, frescas como la mañana de ese día.

La mujer gritaba piedad y ofreció “lo que quieran”, que no le hicieran daño. Los dos propietarios del negocio y el hombre que esperaba turno para el corte de pelo quedaron petrificados por el miedo; mientras, los presuntos sicarios, arrastran y gritan ofensas en contra de la víctima, de la que hasta el momento se desconoce su nombre.

A golpes la llevan hasta fuera del establecimiento. Un auto espera afuera, en marcha. Más golpes y ofensas antes de subirla a la fuerza antes de partir del lugar. Los mafiosos habían decidido llevarse los celulares de los tres adultos que se quedaron sin saber cómo actuar. Sorpresa, miedo y frustración los dominaban.

Sin teléfonos a la mano, fue imposible pedir auxilio. Los secuestradores, asaltantes o sicarios sabían que con ello ganaban tiempo, impunidad. Nadie sabe del paradero de la víctima como también se desconoce si la policía investigadora hace su trabajo.

En el recinto legislativo, un desprestigiado Carrancá Bourget continuaba con su danza de cifras. Nada impidió que su “informe de resultados” fuera alterado. Un cinturón de seguridad de unos 20 escoltas lo cuidaba y protegía. Menos mal.

Al final una foto para el recuerdo. El Fiscal General aparece arropado por un grupo plural de legisladores impecablemente ataviado, sonrientes todos, como si el compareciente hubiera hecho la tarea desde que en mala hora llegó a ese encargo.