En medio de la tolvanera por el tono que han cobrado las campañas para gobernador en Puebla la mejor argumentación sobre equidad de género la expuso la mañana de miércoles en un desayuno para tres mil mujeres en el Centro Libanés, Martha Erika Alonso Hidalgo, y nadie lo advirtió.
“Me educaron en una familia machista, como seguramente nos educaron a muchas de nosotras, y no es nada malo porque es un tema cultural”, les dijo la única mujer en la contienda que ha colocado en el centro de la discusión la violencia política de género por ser esposa del ex gobernador, Rafael Moreno Valle.
El hilo narrativo ante las mujeres reunidas delineó la condición que deben vivir muchas de ellas cuando deciden romper la ortodoxa cadena de familia, repetida por generaciones.
“Cuando yo era niña a mí mi mamá me decía: ‘mi hijita, levántale los platos a tu hermanito’ y yo le decía: ¿por qué?, porque es tu hermanito y tú eres la mujer de la casa”.
Las normas impuestas en el seno de una familia matriarcal que paradójicamente privilegia al varón como una presencia que merece ser considerada hasta la idolatría entre iguales, ofende.
Y es lo que hizo Alonso Hidalgo frente a su público, femenino por excelencia. Sin decirlo lo dijo: la mujer en la sociedad poblana padece un machismo que somete y coloca a la segunda mitad, como definió la socióloga francesa Simone de Beauvoir, en una circunstancia absolutamente desventajosa, sólo que sin el tufillo intelectual ni político que todo deslegitima.
La autenticidad es en donde radica la fuerza de ese mensaje, que se diluye por la persistente tolvanera de las acusaciones mutuas.
Lejos del martirologio y la victimización, se refirió hasta a su marido como un inútil macho incapaz de ir por las compras necesarias para la casa, lo que no tiene desperdicio en una familia encumbrada política y socialmente, como muestra el video en poder de Parabólica.
“El otro día fui al súper, porque aunque sea candidata esas responsabilidades no se me quitan obviamente, entonces iba con mi carrito en friega en la Comercial (Mexicana), venía yo de un evento de campaña con los logotipos (en la camisa) y se me acerca un señor a saludarme con su esposa y me dice ‘no puedo creer que usted esté haciendo el súper’ y le dije pues ¿quién cree que lo va a hacer? ¿Usted cree que el señor de mi casa va a ir a hacer el súper?”
Risas entre el auditorio.
La pieza oratoria de la candidata de la coalición Por Puebla al Frente pudo haber tenido una mejor oportunidad más allá de la audiencia mañanera de media semana.
La legitimidad de la presencia femenina en una contienda política como la que vemos todos los días se explica por sí misma cuando se abre esa ventana al pasado machista en el que se formó toda una generación que hoy batalla por decir con claridad que la candidata de esa coalición política lo es por sólo esa condición.
Los notables del cuarto de guerra de esa causa política deberían echar una revisión pausada al discurso de Martha Erika para entender que había un camino más sencillo que la idea de retirar los apellidos de casada de la abanderada y que producir videos con ademanes cargados de mensajes de totalitarismo. Allá ellos.