Los recientes “linchamientos” debe llevarnos a una profunda reflexión y a evitar caer en los lugares comunes a los que generalmente nos conduce la información que, por la forma en que se nos presenta, inclina por lo general la balanza hacia el morbo y la nota roja.
Se trata de un fenómeno bastante antiguo que tiende a repetirse a lo largo de la historia. Podríamos decir que, en tanto fenómeno en el tiempo, tiende a repetir ciertos aspectos que por lo general escapan a la información a veces dominada por la inmediatez del acontecimiento.
La inmediatez del hecho procede del mismo acontecimiento, sobre todo cuando falla la parte sustancial que en el imaginario colectivo le da vida a un hecho que parece pertenecer al mundo de la justicia popular: “justicia por propia mano”, cuando la población presenta un cierto “malestar social” contra la inoperancia de la autoridad.
Los “linchamientos” o la “justicia por propia mano”, por lo general se corresponden a un contexto histórico, político y cultural, en el que determinadas fuerzas sociales se disputan la hegemonía al interior de la sociedad como poder. Los linchamientos se disparan en relación directa con respecto a cambios sociales que vive el orden social.
Y, en ese marco, también llega a ocurrir que algunas capas sociales irrumpen en la vida política de manera involuntaria, insertándose en un mundo sociopolítico en el que juegan roles y desempeñan acciones que bajo otras condiciones y circunstancias no llevarían a cabo, aunque en general suelen actuar con cierto “olfato justiciero”.
No es la regla que el olfato social falle, pero llega a ocurrir como parte de conflictos y estrategias de poder tanto en el pasado como ahora. Mientras se vive en la era del “show” social permanente, por debajo de la sociedad transitan las verdaderas transformaciones que no se detectan porque estamos distraídos en lo visible.
Fuenteovejuna, de Lope de Vega, permanece como la obra que le da legitimidad a la justicia popular ante los ultrajes cometidos en su contra por El Comendador (la obra se publicó en 1619). Detrás de la obra de la llamada época de Oro de la literatura española, en realidad está la disputa territorial entre los reinos de España y Portugal.
“Las brujas de Salem” (Arthur Miller), trata de una comunidad puritana, fundamentalista, cercana a Massachusetts, en los Estados Unidos. Ante los cambios que vivían los sucesores de los ingleses en el vecino del norte, esta comunidad no resistió las transformaciones y, como una manera de resistir, le dio fundamento a una “cacería de brujas”.
Dice Miller textualmente: “… la “caza de brujas” fue una perversa manifestación de pánico que se había adueñado de todas las clases cuando el equilibrio empezó a inclinarse hacia una mayor libertad individual”.
El resquebrajamiento de las antiguas estructuras de poder
El incremento del número de linchamientos en México, particularmente en los estados de Hidalgo, la Ciudad de México, el Estado de México, Morelos y Puebla, ocurren en un momento en que los electores manifestaron un claro mensaje en las urnas, quieren saber muy poco de los antiguos gobernantes y de sus prácticas.
El resquebrajamiento de las antiguas estructuras de poder, a nivel nacional y regional, tienden a mostrar resistencias en aquellos lugares en donde el poder del país se concentra. En cierto sentido, los territorios pasarán por redefinirse como espacios de influencia política entre las diversas fuerzas que compiten por la hegemonía política.
La psicosis creada por la situación del incremento de la inseguridad, se puede percibir en los pueblos, como Ajalpan (Puebla), en donde murieron dos hermanos que trabajaban como encuestadores para una empresa de marketing. Fueron acusados de ser secuestradores.
Antes de estos hechos, una visita a la cabecera municipal (y todo el país está igual), se perciben leyendas en los muros de la ciudad alertando a la población contra la inseguridad, creando un “ambiente” propicio para la “cacería de brujas”.
Mientras fijamos nuestra mirada en los recientes (en infelices) linchamientos de personas inocentes ocurridas en comunidades de Santa Ana Ahuehuepan (Hidalgo) y en Acatlán de Osorio (Puebla), en la comunidad de Boquerón, Sergio Rivera Hernández, opositor a la Minera Autlán, en la Sierra Negra poblana, fue desaparecido.
Dice Miller que: “… cuando, como en Salem, se extraen milagros de debajo de la superficie social, es demasiado pretender que la gente se abstenga durante mucho tiempo de caer sobre las víctimas con toda la fuerza de sus frustraciones”.
Algo está ocurriendo y pasa por debajo no por lo visible.