El final del largo periodo de impunidad que protegió a un oscuro personaje como El Grillo, cuya presencia dominante se extiende del mercado Morelos a La Cuchilla parece estar cerca. Ayer que se desató el enfrentamiento con los seguidores de José Cristian N., con ministeriales, elementos del Ejército y policías estatales y municipales, cometió un acto más de desafío al sistema que antes lo protegió.

Al Grillo se le atribuye el control de la distribución del 60 por ciento de droga en el mercado de la capital y de mantener un sicariato que lo convirtió en un instrumento útil para grupos de poder en momentos precisos como la elección del 1 de julio de 2018, en donde hubo ataques directos contra ciudadanos que iban a las urnas el día de la jornada.

Una capacitadora electoral del Instituto Nacional Electoral narró el momento en que al cumplir con su trabajo en los comicios concurrentes recibió un impacto de bala directo que por fortuna sólo la hirió. Su testimonio está en el reporte que la Junta Local del INE envió al Consejo General en la Ciudad de México.

El sitio del que salieron los grupos de golpeadores y matones fue de una bodega del mercado Unión; los vehículos y los financieros dejaron demasiadas huellas.  

La historia de la participación de este sujeto en este episodio fue recogida en partes, como el rompecabezas a las que se les va uniendo hasta tener la perspectiva completa de una violenta jornada que tenía como propósito inhibir la participación ciudadana en una elección histórica por diversas razones. 

Un candidato de izquierda que venía de una larga lucha de años se encaminaba a un triunfo arrollador; un candidato del PAN que había dividido a su partido como nunca y que terminó por pagar una costosa factura; en Puebla, por primera vez, la esposa de un ex gobernador quiso ser candidata y gobernadora, lo que finalmente consiguió.

La elección no sólo fue histórica por los resultados de la elección, sino por el contraste que ofreció Puebla: violencia, polarización y boicot empañaron ese día festivo, en el que a nivel nacional, los ciudadanos se habían volcado a las urnas para elegir de forma pacífica su futuro. 

El Grillo y su parentela, que por años han sido contratados para influir en procesos electorales fueron llamados otra vez, para hacer lo que tan bien les queda: sembrar el terror.

El jueves que retuvieron a un elemento que realizaba trabajos de inteligencia, algo quedó claro: el líder de ese grupo delictivo, a quien también se le atribuye más de una docena de ejecuciones, está en la mira del aparato. Ya no sólo no es útil, sino que estorba a la luz del cambio en el tablero de la política.

La participación de este grupo sirvió al periodo fugaz régimen de Rafael Moreno Valle, el ex tinto Senador de la República, que en los hechos, fue el jefe de la campaña de Martha Erika Alonso, la gobernadora que perdió la vida junto con su consorte tras la caída del helicóptero el 24 de diciembre.

Hace dos semanas que el Grillo fue detenido por una falta administrativa menor, lanzó retos al Secretario General de Gobierno, Fernando Manzanilla Prieto; al titular de Seguridad Pública y su director de la Policía Estatal, Manuel Alonso García y Carlos Cárdenas, respectivamente.

Soberbio y ebrio de poder y dinero se mostró en público como “ciudadano ejemplar”, ofendido por el arresto que duró apenas unas horas. Paradógicamente no existen denuncias directas contra este personaje por la protección que ha recibido sistemáticamente de funcionarios menores de la Fiscalía General del Estado.

El periodo de caducidad comenzó a aplicar.