Si lo que asumieron como una reunión de lisonja entre el virtual gobernador electo, Luis Miguel Barbosa y los llamados presidentes “progresistas” la mañana de este martes, es que no entendieron lo que escapa a la capacidad de procesamiento de la limitada experiencia política de la mayoría de ellos.
Ediles como Felipe Patjane, de Tehuacán; Norma Layún, de San Martín Texmelucan; Karina Pérez, de San Andrés Cholula; y de la capital, Claudia Rivera han estado en el blanco de las críticas ciudadanas, circunstancia que ha sabido aprovechar con oportunidad la oposición política.
El nivel de ineficiencia gubernamental se expresa en el enojo social difícilmente contenido ante eventualidades insoslayables como el caso de la madre de la joven estudiante que perdió la vida el sábado pasado, cuando junto con su hija se trasladaban a presentar un examen de admisión en Benemérita Universidad Autónoma de Puebla en la capital.
El orden de prioridades de los ediles no ha sido debidamente transmitido a través de los canales de comunicación y ello genera ira entre los gobernados que supusieron que con la llegada de la Cuarta Transformación se resolverían problemas urgentes, como el de la ausencia de seguridad.
Un usuario de redes envió el fin de semana un video al autor de la Parabólica en el que se alcanza a ver a un par de policías municipales empujando una patrulla en San Martín Texmelucan, a la que se la terminó el combustible. Irónico, soltó al reportero “sí se le acabó la gasolina a la patrulla y la señora (Layún) necia en con su corredor gastronómico (...) sin ver lo que de verdad apremia”.
Ya con anticipación Barbosa Huerta había hablado de corregir lo que estaba mal hecho en el ámbito municipal, con lo dejaba en claro que la repulsa social por el conjunto de ocurrencias, dislates y arrogancias de los equipos de trabajo del conjunto de ediles no estaban al margen del diagnóstico al momento de comenzar la campaña, hace poco más de dos meses.
En la reunión a puerta cerrada les dijo a 34 de 48 presidentes municipales de Juntos Haremos Historia, que había qué gobernar con los valores que Morena promueve para de esa manera responder a las demandas ciudadanas con precisión y sobre todo con sentido humano.
El tiempo corre y no perdona, sobre todo si de disputar el poder se trata como ocurre en toda democracia. A la llegada de este conjunto de servidores públicos catalogados como ineficaces, dejaron de lado una asignatura incontestable: el voto te lleva a esa responsabilidad, pero también castiga y la confianza ciudadana no es perpetua.
Para cuando Luis Miguel Barbosa haya protestado el cargo de gobernador constitucional, diez meses habrán transcurrido desde que cada uno de esos ediles hicieron lo propio. El tiempo no perdona y la paciencia ciudadana tampoco es cheque en blanco.
El gobernador deberá remar contracorriente para ofrecer en un plazo perentorio un mandato como se los sugirió (?) en la reunión a puerta cerrada en la víspera: con rostro humano, con identidad, honestos y transparentes.
En la práctica, se trató de la primera llamada de quien en los hechos, se convirtió en el jefe político de los ediles progresistas. ¿Lo habrán entendido?