Por arte de magia -es decir, por una poderosa máquina mediática y publicitaria, sustentada en la fiel y, sobre todo, solventísima afición mexicana que radica en Estados Unidos-, la Copa Oro pasó de ocupar el recoveco más polvoso de las vitrinas de la Federación Mexicana de Futbol, a ser uno de los productos consentidos y apetitosos.

Cuando me enteré sobre la existencia de este torneo, tendría alrededor de ocho años. Fue en un México vs Martinica, jugado en el Azteca (y según Wikipedia, el 11 de julio del ‘93).

Era la época del simpático ‘Aguigol’ y, también, la de capítulos entrañables de nuestro futbol como la agónica anotación del ‘Abuelo’ Cruz ante Canadá, el pegajoso “México, let’s go” de las entonces populares voces de Timbriche, y por supuesto, el subcampeonato conseguido ese año en Ecuador, ante Argentina, en la primera participación del Tricolor en una Copa América.

Y casualmente fue, también, la época en que se alimentó la abominable figura de “El gigante de la Concacaf”, un piropo que sólo sirvió para que el ‘monstruo’ se quede petrificado, estancado y abotargado por alimentarse de mentiras como esta Copa; la misma que, a través de la fiesta de goles que protagonizó “Zague” aquella tarde, me envió, a través de ese viejo televisor que mi padre y yo dejamos inservible tras horas y horas de futbol, sin que yo me diera cuenta, un pronóstico acertado sobre el nivel que tenía y mantendría a lo largo de los años.

El argentino Gerardo Martino, ese señor que, afortunadamente, llegó al banquillo mexicano para mantener el rumbo y categoría recuperados con el colombiano Juan Carlos Osorio, comparte el rechazo al despropósito que significa ignorar la competencia deportiva de manera tan burda, por parte de nuestra dirigencia balompédica:

“Si por mí fuera, México estaría en la Copa América”, alegó El Tata en rueda de prensa previo al debut de su equipo, el cual terminó con una goleada anecdótica, y que sólo consigue alimentar las estadísticas sin contexto, sin matices y sin provecho futbolístico alguno; la mentira.

Mientras en Estados Unidos, el camino está trazado para una nueva conquista mexicana ante oponentes como Cuba, Canadá, Martinica y algunas más, del otro lado, al sur, Argentina y Messi; Colombia y James; Brasil y Coutinho; Uruguay y Suárez -sólo por nombrar algunos-, se disputan la conquista del mejor torneo futbolístico del continente, y al cual, la FMF no tiene contemplado aferrarse como sí lo hace con la gloria ‘concacafquiana’. Un lujo innecesario.

Nos leemos la siguiente semana. Y recuerden: la intención sólo la conoce el jugador.