Con tres periodos distintos, Fernando Manzanilla Prieto está por convertirse en el titular de Gobernación que más tiempo ha permanecido en ese encargo, con relación a otros personajes de la política poblana en esa misma responsabilidad.
No sólo lo fue en el primer periodo de Rafael Moreno Valle, hasta que decidió declinar en 2013. Lo fue a partir del periodo interino con el gobernador en turno, Guillermo Pacheco Pulido en diciembre pasado y lo será a partir del primer minuto del gobierno de Miguel Barbosa Huerta, apenas proteste el cargo de Gobernador Constitucional el 1 de agosto.
No sólo llama la atención desde 2011 en que llegó al gabinete de Moreno Valle, su ex cuñado y extinto senador que pereció junto a la gobernadora Martha Erika Alonso Hidalgo el 24 de diciembre pasado. El activismo desplegado en distintas responsabilidades y trincheras diversas permiten advertir el trazo de una ruta claramente definida.
En 2013 llegó a ser coordinador de la campaña de José Antonio Gali Fayad, como candidato a la presidencia municipal de Puebla. Con apariciones intermitentes, pero clave en la vida pública, la presencia de Manzanilla Prieto por momentos alcanzó niveles de leyenda urbana.
Quizá el momento clave de su nueva posición política ocurrió cuando en agosto de 2017 apareció junto al senador Barbosa Huerta en compañía de Anwar Salomón Briseño y Rodolfo Raúl González Vázquez para denunciar desde el Senado de la República el espionaje telefónico existente en el periodo de su ex aliado, un asunto que periodistas como Enrique Núñez, director de Intolerancia Diario; Ernesto Aroche, de Lado B; y el autor de esta columna, ya habíamos documentado.
Sin embargo cinco meses antes ya se había subido al proyecto de la Cuarta Transformación cuando López Obrador convocó a un conjunto de personalidades a firmar el Acuerdo para el Renacimiento y El Progreso de México, que el propio Manzanilla Prieto coordinó en Puebla.
El anuncio del Gobernador Electo, Miguel Barbosa Huerta para continuar con el ex diputado federal al frente de la política interna deja también a un conjunto de desahuciados políticos, los mismos que hace apenas unas semanas pretendieron desbarrancar a través de mecanismos distintos.
Dos de los más sobresalientes son el senador por el Movimiento Regeneración Nacional, Alejandro Armenta Mier a quien pillaron con una grabación cuando con dos personajes menores como Violeta Lagunes y Edgar Moranchel, habla de un presumible complot contra el entonces candidato a gobernador y el inquilino de Casa Aguayo.
El otro personaje es el aún legislador local del Partido del Trabajo, José Juan Espinosa Torres, sumido en la desventura por el agotamiento del modelo de negociación utilizado con éxito en gobiernos priistas y panistas del pasado, más proclives a la negociación vergonzante.
No sólo quedó evidenciado recientemente por el cúmulo de acuerdos y negocios poco claros, sino que fue abandonado por su compadre y tutor político, el coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal Ávila. Este lunes 17 se habrá cumplido un mes de que el coordinador senatorial ofreció en Puebla hablar con él personaje para apaciguarlo. El resultado ya lo hemos visto.
Uno de los más beneficiados sin duda, el académico Eudoxio Morales, suplente de aquel en San Lázaro y quien se destacó por su oposición al régimen de Moreno Valle. La gran incógnita es si personajes como Francisco Ramos, el niñato del marinismo conseguirá el equilibrio necesario para mantenerse en ese equipo después del hallazgo de sus imprudencias políticas, propios de político imberbe.
La permanencia misma de Fernando Manzanilla en esa responsabilidad es una interrogante permanente por el alto nivel de desgaste natural en la esfera de gobernación y que antes había sorteado con precisión de orfebre. El tiempo lo dirá.