Lejos del combativo aspirante a fundar el nuevo partido político México Libre, que sonríe a ironiza en video en redes sociales, el ex presidente Felipe Calderón Hinojosa volvió a mostrar el talante poco empático frente a quien quiso tomarse una selfie el sábado 6 de julio, en el Puerto de Veracruz.

El matrimonio Calderón-Zavala estuvo en el salón Veranda del puerto jarocho como invitados al enlace matrimonial de dos jóvenes de los cuáles, la nueva cónyuge había trabajado en la etapa de campaña de la independiente ex primera dama.

Testimonios del festejo celebrado en el lugar localizado en el bulevar Manuel Ávila Camacho, esquina con la calle Mar Adriático narraron al autor de la columna el episodio. El contraste entre el comportamiento del ex presidente Calderón y la ex primera dama, Margarita Zavala Gómez del Campo.

Es el mismo retrato que Calderón ofreció en dos distintos momentos en el pasado. El primero ocurrió en un salón social semivacío por el rumbo de Forjadores en una noche de lluvia, cuando aspirada a la candidatura presidencial del partido político en el que militó toda su vida.

Era en verano de 2004 y Calderón estallaba frente a un grupo de panistas que había decidido apoyarlo en lugar de a Santiago Creel Miranda, el alfil de Vicente Fox Quesada. No le había agradado llegar a Puebla y ver un local desierto, salvo unas diez personas.

El trato despótico y majadero de entonces se vio ahí en el salón de Forjadores, como también sucedió hace dos fines de semana en el Puerto de Veracruz.

Y también ocurrió en 2011, cuando ya gobernada Rafael Moreno Valle. Eran los festejos de la Batalla de Puebla y la administración frívola de la época había preparado más un festejo carnestolendo que el de una fecha cívica y sobria.

Calderón y Moreno Valle encabezaban el desfile conmemorativo del 5 de Mayo en el bulevar del mismo nombre, el mismo que nunca se llevaría a cabo en el mismo lugar por un capricho sexenal.

Sin mucha vocación cívica, los dos personales desatendieron los esfuerzos de cientos de alumnos de distintos centros escolares para irse a otro punto del periplo presidencial para atestiguar una puesta en escena. Se trataba de una escenificación de la forma en la que las tropas del general Ignacio Zaragoza había combativo a las fuerzas de intervención francesas.

En su partida del palco de honor, el desfile debió detener su marcha, cientos de alumnos terminaron ignorados y, lo peor, ni Calderón ni Moreno Valle pudieron escuchar las mentadas de madre por los estudiantes que se habían desvanecido por el exceso de tiempo que habían sido sometidos a los intentos rayos del sol.

Calderón ha estado lejos de ser el líder empático y solidario que el país necesita. No es capaz de sentir el dolor ajeno ni la pena en el otro, tampoco el gusto que generó entre los asistentes al festejo de los novios y su familia ante la oportunidad de tomarse una selfie en el Puerto de Veracruz. Decirlo era necesario.