Actualmente 17 países en donde vive un cuarto de la población mundial enfrentan un stress hídrico extremadamente alto; esto significa que están utilizando toda el agua disponible, según Somini Sengupta y Weiyi Cai (New York Times, 2019 con datos del Instituto Mundial de Recursos).
En estos países hay 33 ciudades con una población total de 250 millones de personas, con graves problemas de escasez hídrica entre las que se encuentran Sao Paulo, Brasil; Chennai, India y Ciudad del Cabo, Sudáfrica, esta última en 2018 apenas pudo superar el Día Cero cuando las fuentes se secan por completo.
Más de 2 mil millones de personas carecen de agua potable y la escasez afecta ya a 4 de cada 10 persona. El 90 por ciento de los desastres naturales están relacionados con el agua y 80 por ciento de las aguas residuales se descargan al ecosistema sin ser tratadas o reutilizadas de acuerdo con un reporte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Agua en 2017.
El agua, la base de la vida y de toda la actividad económica de los pueblos, está reduciendo rápidamente su disponibilidad y amenazando el desarrollo de las comunidades, la gobernabilidad y comprometiendo el futuro de las nuevas generaciones.
Hay muchos estudios, muchos diagnósticos, muchos avisos y señales de esta gran problemática. Pero nadie les hace caso. Las prioridades nacionales y las agendas políticas no las incluyen. La mejor prueba son los presupuestos en los tres órdenes de gobierno, de todos los colores. No se incluye el problema en las agendas de los partidos, ni siquiera en los verdes. Sólo el Partido Revolucionario Institucional (PRI), su nueva dirigencia ya lo trae. Preocupan más las prerrogativas que los problemas nacionales.
Tener ríos y playas limpias parece hoy sólo una ilusión ante la falta de contenidos educativos que formen mejores ciudadanos con una nueva cultura frente al manejo de los residuos sólidos, el cuidado y manejo racional del agua, el aprovechamiento extractivo de los recursos forestales, faunísticos y las malas prácticas agrícolas o ganaderas que han erosionado los suelos, su capacidad productiva y de almacenamiento de agua para la recarga de los acuíferos.
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Hay carencia de políticas públicas
Por supuesto que todo lo anterior se hace más crítico por la falta de políticas públicas o de los presupuestos correspondientes, para atender las necesidades fundamentales. También por el desconocimiento o falta de voluntad de gobernantes que, buscando honor y gloria, se han olvidado de las prioridades sociales y ambientales, empeorando más la situación del sector hídrico.
Es muy, muy cierto que la seguridad pública, el empleo y el combate a la pobreza ocupan el centro de las preocupaciones. Pero el agua es el origen mismo de muchas soluciones que permitan lograr mejores niveles de salud, oportunidades de trabajo y productividad para generar riqueza.
En el marco del Congreso de la Confederación Nacional Campesina 2019 me permito presentar algunas propuestas a la mesa sobre Redefinición de la Política Agropecuaria Nacional. Con estas se busca fortalecer la Seguridad Alimentaria, recuperar los recursos naturales y elevar la productividad del sector primario. Se requieren acciones que mejoren el abasto de agua potable en cantidad y calidad para la población, reducir las pérdidas en la conducción, instalar drenaje y revisar los sistemas de tratamiento-reúso de aguas residuales que hoy se descargan a ríos sin ningún rubor.
Promover la reforestación por semilla de las áreas de captación de lluvia para la recarga de acuíferos, fortalecimiento de los existentes y recuperación de los agotados. No hay forma más efectiva para recargar acuíferos que contar con vegetación que en 6 a10 años empiecen a tener efectos significativos en los arroyos. También promover la jardinería sin riego en áreas verdes, vialidades y parques públicos con especies resistentes a sequía.
Impulsar acciones de recarga artificial de acuíferos mediante la captación de la lluvia en las partes altas de las cuencas e impulsar la agricultura de conservación como estrategia para aprovechar mejor la lluvia y elevar la productividad en las zonas de temporal.
Apoyar el tratamiento de aguas residuales con reúso definido previamente como una fuente de retorno de inversiones, concretando ciclos productivos específicos además de revisar la normatividad que motive al tratamiento de las aguas más que su extracción del subsuelo.
Entubamiento de presas y tecnificación del riego agrícola que facilite la organización de productores, el trabajo colectivo, mejore la productividad y libere volúmenes para uso público urbano a fin de atender las necesidades más urgentes de la población.
La crisis del agua es la crisis más grave de la humanidad.