La inoperancia de la estrategia del aspirante perdedor a la dirigencia municipal de Acción Nacional en la capital de Puebla, Eduardo Alcántara está por destapar un escándalo aún mayor al que provocó el video de 45 segundos en donde se descubre la patraña del robo de boletas utilizadas en la asamblea panista en el Salón Country de San Manuel.

El domingo 18 el autor de la columna escribió que la interna panista había provocado que “alguien” destapara la alcantarilla y que ese sólo hecho provocaría que la suciedad alcanzaría a todos los involucrados, incluso a la presidenta del PAN, Genoveva Huerta Villegas.

El pronóstico se cumplió. Con un plomero tan evidente como Pedro Gutiérrez no era necesario tener una lámpara de adivino para observar lo que vendría. Y ocurrió: el material subido a las redes de la doña, Ana Teresa Aranda, puso al desnudo la operación encaminada a enturbiar el proceso.

En los pasillos del panismo se tiene registrado el acercamiento que Huerta Villegas ha tenido con funcionarios de la Cuarta Transformación. Incluso de las recomendadas que fueron aceptadas en la estructura gubernamental de quien se consideró una más de las huérfanas del morenovallismo. Los buenos oficios surtieron efecto y su recomendada sigue ahí.

La propia Aranda Orozco y Humberto El Tigre Aguilar Coronado dieron parte a la dirigencia nacional del PAN. Acusaron directamente ante el dirigente Marko Cortés y el secretario general, Héctor Larios sobre lo que un video de la cámara de seguridad captó en el café a un costado del Country de San Manuel.

No lo dicen en voz alta pero otros liderazgos panistas tienen enojo contenido por los yerros sistemáticos de un liderazgo que se apagó el día que se vino abajo el helicóptero que trasladaba a quienes consintieron arribara a una posición política para la que se requiere oficio, prudencia, energía y liderazgo político.

La sola utilización de una cuenta oficial del Comité Estatal para favorecer a Alcántara a través de una presunta encuesta era ya una acusación seria en la antesala de la asamblea panista, lo que robustece las acusaciones de que en la carrera por la dirigencia estatal no había piso parejo.

  • En el sótano...

1.- Reconciliación. Muchas cosas debieron pasar antes de que el senador Alejandro Armenta y el presidente del Congreso, Gabriel Biestro se estrecharan las manos.

El primero fue un duro competidor por la candidatura que Miguel Barbosa obtuvo en la interna de Morena y que Biestro defendió.

Ambos legisladores ayer se vieron las caras en un ambiente “cordial e institucional”, según dijo el propio líder del Congreso local, para trabajar de manera conjunta en 2020.

Atrás pudo haber quedado la acusación ante las instancias partidistas en contra del Senador por probables actos de traición. La operación cicatriz parece haber funcionado.