No tiene mucho, que la colonia Ignacio Mariscal de la junta auxiliar de San Pablo Xochimehuacán, fue encasillada, como muchas otras, zona de riesgo para la Policía, de cualquier corporación.

La razón era muy simple, se dedicaban al robo de hidrocarburos y apenas se acercaba una patrulla y la población salían a recibirlos con palos, mentadas de madre e incluso disparos de arma de fuego.

No tiene mucho que la práctica de correr y enfrentar a policías para cuidar delincuentes comenzó a terminarse.

Uno de esos capítulos se vivió en una población de Acajete, donde la Guardia Nacional puso en orden a pobladores que custodiaban una bodega para el crimen organizado, en la cual se almacenaba mercancía sustraída en robos a trenes y en asaltos a transportes.

Los pobladores vieron con asombro que sus provocaciones iban a tener una respuesta totalmente legal, la defensa propia y la preservación del orden.

Otros ejemplos se dieron en Tepeaca, donde fue herido y detenido El General, un capo que controlaba la toma de gas LP, además de los asaltos y otras felonías.

En Tecamachalco ocurrió algo similar cuando federales abatieron a Martín, sujeto apodado El Panes, quien controla o controlaba a las mafias de ese municipio.

En Puebla capital, la noche del miércoles, elementos de la Policía Preventiva Estatal (PPE), de la patrulla 389, fueron recibidos a balazos por sujetos que iban a bordo de un Nissan tipo Tsuru de color negro, placas YDH-9570 de Veracruz cuando realizaban su recorrido por la colonia Ignacio Mariscal, en San Pablo Xochimehuacán.

La respuesta de los uniformados fue similar a lo que le comenté de Acajete, Tepeaca y Tecamachalco, la de preservar la vida e imponer el orden.

En la respuesta policiaca murió José Santiago Chávez, de 22 años y resultó herido su hermano Marco Antonio, de 43.

Y entonces el aviso esta dado, los cuerpos de seguridad ya no van a permitir ni agresiones en su contra ni protección a delincuentes o delitos.

El aviso fue dado.

Nos vemos cuando nos veamos