Una noticia que corre en el mundo y que sin duda representa un hecho que quedará plasmado en la historia de nuestro país y del movimiento de mujeres en México lo es sin duda, la aprobación de la despenalización de la interrupción de embarazos en el estado de Oaxaca, aprobada por el Congreso de ese estado el pasado 25 de septiembre.
Oaxaca se convirtió así en el segundo de los Estados del país que lo conquista. Las mujeres que ahí habitan tendrán la posibilidad de tomar decisiones libres e informadas sobre su salud reproductiva.
Doce años tuvieron que pasar desde que se alcanzaron en la Ciudad de México estos derechos, para dar un paso más para que el Estado atienda y proteja nuestros derechos sexuales y reproductivos, y se deje de criminalizar a las mujeres lo cual pasa por eliminar este “delito” de los Códigos Penales. La tarea no ha sido fácil.
Todas, desde cada una de nuestras trincheras hemos hecho un gran esfuerzo por visibilizar que el aborto es un problema de salud pública, que afecta en mayor número a mujeres pobres, que viven en la marginación y en una constante violencia machista; hemos dado batallas en silencio y también levantado la voz.
Todavía pareciera que no es suficiente, como bien apunta Lucía Melgar “el Estado sigue resistiéndose a reconocer el aborto inseguro como un problema de salud pública y el derecho de las mujeres a decidir libremente sobre su maternidad. Contra los argumentos confesionales y conservadores, conviene -siempre- recordar que según el derecho y la bioética (laicidad y ciencia) no se puede equiparar: no nacido y persona” (Cimac, 26/09/2019), y en nombre de una aparente “defensa de la vida” el mismo Estado comete injusticias y elude su responsabilidad al ignorar esta realidad, -dice Martha Guadalupe Figueroa, experimentada defensora de derechos humanos de las mujeres en Chiapas- así el Estado ni previene la violencia, ni hace efectivo el derecho a la salud, en cambio ejerce violencia institucional al condenar a las mujeres.
Incluso en mi partido político el PRI percibo por algunas declaraciones que a muchos, como que se les olvida -no quiero suponer que sea porque no conocen los documentos básicos del PRI- que en la Declaración de Principios del Partido Revolucionario Institucional (PRI) los numerales 11 y 14 señalan como Principio que somos un partido “promotor de la igualdad sustantiva y la paridad de género”, y adquirimos como Compromiso “Impulsar la igualdad sustantiva, garantizar una vida libre de violencia para todas la mujeres y asegurar el pleno ejercicio de los derechos de las mujeres , incluida la protección plena de su salud sexual y reproductiva”
Sin duda alguna el activismo inquieta a muchos y por fortuna al mismo tiempo, inspira a muchas y muchos. Inquieta a aquellos que lo usan para su propio beneficio o para sus propios intereses, inquieta también a aquellos que no quieren ver la realidad.
Hoy somos testigos de un movimiento consolidado que incluye a mujeres de muchas generaciones y también a muchos hombres. Aquí seguimos y aquí seguiremos levantando la voz por nuestros derechos porque la criminalización de las mujeres no es el camino.
En todo el mundo el movimiento se reconoce ya por los pañuelos verdes que se empuñan y se alzan y la ola avanza y más temprano o más tarde lo lograremos porque no se trata de entrar a discusiones estériles, o de entrar a “una carrera hacia ningún lugar” —como diría Sartori—, de lo que sí se trata es de saldar una deuda histórica con las mujeres.