3. El toro y la cultura española

El toro salvaje fascinó al hombre desde la prehistoria y formó parte de la cultura mediterránea que se puede observar no sólo en la mitología griega, como explicábamos en la entrega anterior, sino también en las cuevas de Lascaux, en los mosaicos de Knossos, en la mitología egipcia o en el arte cretense.

En España el toro se impregnó de su la cultura y se vinculó intrínsecamente con la Religión Católica. Gonzalo Santonja en en Por los albores del toreo a pie (Everest, 2012) muestra textos y figuras taurinas del siglo XII en la iglesia románica de Pinarejos (Segovia); asimismo, presenta evidencia de cuatro catedrales españolas del siglo XIII en donde se observan imágenes de hombres haciendo suertes a toros bravos: Ciudad Rodrigo, Barcelona, San Francisco de Bermo (Vizcaya) y Pamplona. En la iconografía española el toro sustituyó al dragón.

Para darnos una idea de la antigüedad de los toros en España, podemos acudir al documento que el Rey Felipe II envió en 1570 al Papa Sixto V quien había tratado de prohibir las corridas de toros mediante una bula. Felipe II comunicó a Roma que la actitud vaticana no surtía sus efectos por ser las corridas de toros una costumbre “tan antigua que parecía estar en la sangre de los españoles”. El rey aseveró: “que por testimonios auténticos se puede afirmar que pasa de quinientos años” (citado en Santonja,G. & Moreno, V. Fiesta y regozijo. Las fiestas de toros en España y su defensa en 1570. 2016, p. 357). Partiendo de lo que dijo Felipe II, podemos inferir que hay festejos taurinos en la península Ibérica desde el siglo IX. 

En la actualidad, la mitad de los toros inmolados en las corridas de toros españolas se sacrifican en honor a la Virgen María. El calendario taurino coincide con la efeméride religiosa. Casi cada pueblo (salvo Galicia y Cataluña) celebra su santo patrono con una corrida de toros.

El escritor Álvaro Rodríguez del Moral, en el pregón de la Feria de Abril de Sevilla de 2015 afirmó que “La religión y el toreo siempre han ido de la mano en este arte que tanto sabe de miedos, soledades y esperanzas”. Mientras que para Pepe Alameda “el catolicismo –como ideal de vida– y los toros –como fiesta popular– van de la mano sin separarse un momento, como fenómenos distintos de una misma cultura” (Alameda, J. El toreo, arte católico. 1953).

A principios de los años noventa del siglo pasado, cuando España estaba en proceso de ser admitida a la Unión Europea, el Parlamento Europeo discutió el tema de las corridas de toros. Para ello, invitaron al antropólogo y sociólogo británico Julian Pitt-Rivers. El discurso del Dr. Pitt-Rivers marcó un punto de quiebre en la lucha de los animalistas contra las corridas de toros. El académico les explicó lo que para él era una corrida de toros:
•    No es un combate (aunque es una clase de duelo de valor); no es ningún deporte (aquí no hay competencia); no es un juego.
•    No es un espectáculo, ni tampoco una pieza teatral (aunque una corrida sea espectacular, o terriblemente dramática), pues no representa la realidad, sino que es la realidad misma.
•    Los que mueren en el ruedo no regresan a los cinco minutos sonriendo, para reaparecer en escena después de bajar el telón.

A partir de esta explicación, el profesor Pitt-Rivers afirmó que los toros son un sacrificio ritual que forma parte del catolicismo popular español:
•    La corrida siempre tiene lugar por la tarde, después y no antes de la Santa Misa.
•    Tras la purificación del sacrificio del Cordero de Dios, el sacrificio del toro restaura la Gracia de la vida cotidiana.
•    Libera a los creyentes de un exceso de sangre, de un sometimiento literal a los principios expuestos en las bienaventuranzas.

Pitt-Rivers le explicó a los diputados europeos que el toro debe ser respetado, si no fuera así, el rito sería inútil o, por lo menos, no tendría sentido. Y comparó con la Eucaristía católica: “Si el Cordero de Dios no fuera la personificación de los valores cristianos, entonces, ¿para qué sirve su sacrificio?”. El antropólogo británico continuó con los valores que forman parte de este antiguo sacrificio ritual:
•    Al toro que ha demostrado la capacidad de personificar lo que el hombre ha creado con su propia representación –agresividad, valor, honestidad, nobleza– se le trata con gran respeto.
•    Nuestra naturaleza animal es opuesta a nuestra naturaleza espiritual: cuanto más cerca estemos de Dios, más lejos estaremos de las bestias y viceversa.
•    El toro combina simbólicamente, tanto las virtudes masculinas como las potenciales animales necesarias para asegurar la fertilidad.
•    Esta combinación de las virtudes morales y la capacidad física del animal, bajo el patrocinio de la Virgen, de Jesucristo o de los santos, es lo que le da el sentido profundo a la corrida de toros. 

El discurso del profesor Pitt-Rivers conmovió a los diputados europeos quienes aceptaron a España y entendieron que la fiesta brava formaba parte de su cultura popular. No sólo eso, entendieron que acabar con la tauromaquia sería tanto como atentar contra los valores religiosos populares de los españoles.

La disertación de Pitt-Rivers también alertó a grupos contrarios a la fe católica que descubrieron que un camino para atentar contra el catolicismo hispano sería luchar contra la tauromaquia. Como consecuencia de la presentación de Julian Pitt-Rivers en el parlamento europeo se fundaron organizaciones con objetivos antitaurinos. Dos ejemplos:
•    CAS International
o    Fundada en 1993
o    Sede en Utrecht (Países Bajos)
o    Dedica millones de euros anualmente a actividades antitaurinas.
o    Financian a políticos y a partidos políticos que promuevan prohibiciones de espectáculos taurinos.  
•    Fondation Franz Weber (FFW)
o    Creada en 1975 con sede en Suiza.
o    A partir de mediados de los 90s empezó un lobbying antitaurino.
o    Se enorgullecen de ser responsables del fin de las corridas de toros en Cataluña y un fulgurante descenso en popularidad en toda España y Sudamérica.
 

Es claro que estas organizaciones con presupuestos millonarios no están únicamente en contra de la tauromaquia. El enemigo que ellos quieren vencer es la cultura grecolatina y judeocristiana