Aunque debería ser común, ayer extrañamente los diputados, los representantes ciudadanos, llevaron al Congreso un tema que preocupa a los poblanos: los feminicidios.

Las diferentes bancadas presentaron sus posicionamientos. Con matices y asegunes, hablaron de los asesinatos y de la violencia ejercida contra las mujeres por cuestión de género. Hubo posturas relevantes como la de la diputada Rocío García Olmedo, una experta en el tema que cuestionó cuántas mujeres más como Ingrid, Fátima o Paulinas Camargo tienen que morir o desaparecer para que se apliquen políticas públicas apartidistas que brinden protección a niños, niñas y mujeres.

El mensaje fue duro y directo, señalando que no se puede ofrecer solo un “cachito” de esperanza, en clara alusión a la rifa que el presidente Andrés Manuel ha promovido en sus mañaneras con la intención de restar importancia a las muertes violentas de mujeres de los últimos días.

En tanto, Liliana Luna Aguirre, diputada por Huauchinango, llamó a endurecer las penas contra los agresores y anunció que presentará una iniciativa en ese sentido luego de contar que Verónica, la menor de 14 años que fue asesinada en su casa, en el municipio de Zihuateutla, pertenece al distrito que ella representa.

El polémico José Juan Espinosa también se sumó al tema y al igual que Fernando Manzanilla anunció una iniciativa para agravar las penas contra quienes compartan, filtren o difundan imágenes de mujeres que hayan tenido una muerte violenta. A diferencia del legislador federal, Espinosa propone que la #LeyEscamilla poblana aumente los años de cárcel que ya contempla la ley y no que se recorten como sucedería, en caso de aprobarse la propuesta del exsecretario de Gobierno.

Consideró que las leyes a favor de las mujeres enviadas por el gobernador Miguel Barbosa y aprobadas fueron adecuadas, aunque recalcó, ahora hay que aplicarlas.

Nora Merino, del grupo de la Cuarta Transformación hizo un llamado a la sociedad a despertar ante la indignante situación de feminicidios, a no politizar el tema o usarlo como bandera mediática.

Y así transcurrían los discursos parlamentarios, sin politizar el tema, buscando la reflexión y denunciando los abusos, cuando como se dice coloquialmente “alguien regó el tepache”, y fue la diputada morenista Estefanía Rodríguez Sandoval, quien en su improvisación cometió un grave error al indicar que los diputados hombres no tenían que haber hablado, que lo correcto era que sólo las diputadas debían subir a la tribuna para abordar el tema de los feminicidios.

La también presidenta de la Comisión de Derechos Humanos, la legisladora que propuso una fórmula distinta para calificar a los aspirantes a la Comisión Estatal de Derechos Humanos, llamó “oportunistas” a sus compañeros diputados que utilizaron la tribuna.

¿Acaso la diputada no se ha dado cuenta que el tema de los feminicidios es un asunto que importa a todos?

Ingrid tenía un padre, un hermano. Muchas de las mujeres asesinadas tenían hijos varones, esposos. Ellos también son deudos. Pero para la legisladora, ellos no pueden dar un mensaje y deben esperar que otra mujer, aunque no conozca a la víctima, pueda opinar.

Delicado, muy delicado que la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos emita esa censura.

Desde aquí y en los espacios de esta casa editorial, hemos señalado que no se trata de una guerra de hombres contra mujeres, sino de una lucha conjunta para terminar con la violencia, que haya respeto a las niñas y a los niños, que se castiguen a los feminicidas, a los pederastas, pero para ello hay que cerrar filas: todas y todos.

Lamentablemente vemos cómo hay seguidoras de Andrés Manuel, que se niegan a entender que se requieren soluciones conjuntas y no más polarizaciones como las que insiste en generar todos los días el presidente.

Una buena y una mala de la Fiscalía

Aunque Gilberto Higuera debería estar muy afanoso en la FGE para tratar de ser el próximo fiscal, su equipo se ha visto poco efectivo. Los feminicidios de Mayra y su madre en Chietla continúan impunes.

El gobernador declaró que ya se tienen identificados a los presuntos feminicidas, pero lo cierto es que prevalece la impunidad y a casi un mes del artero ataque, aún no existe ningún detenido por los asesinatos.

Por otra parte, hay que reconocer que se ha trabajado con cierto aseo el caso de Verónica, la joven de 14 años que fue asesinada en su casa en Zihuateutla.

Más allá de que se trate de una pequeña comunidad, alejada de los medios y el internet, quiero pensar que como sociedad, medios y autoridades, hemos aprendido a respetar un poco más la memoria de las víctimas.

Por desgracia, el conocimiento llegó después de filtraciones y publicaciones tan cuestionables como las que se realizaron en el caso de Ingrid Escamilla.