1.- El cambio de voz: Fiscalía, antes Procuraduría, no es suficiente para transformar lo corrupto en honesto; lo ineficaz en eficaz; lo ineficiente en eficiente; el atraso técnico en avance tecnológico; la mentalidad aldeana en pensamientos urbanos; pero si los diputados consideran que esto redúcese a darle cargo con rango por siete años, a varona o varón que pueda limpiar como new Hércules: “Los Establos de Hugías” que es la procuraduría estatal y ha sido durante décadas: veamos lo que venga.
2.- A este honroso encargo aspiraba el archi conocido: “cuñado”, Miguel Ángel Martínez Escobar. Se atuvo como otros a una convocatoria, entregó papeles solicitados. Esperó ser atendido y fue olvidado como varios, pues a fin de cuentas solo un triunvirato figuró para elegir al Fiscal General poblano.
2.1.- El citado ha buscado el amparo justiciero para destruir el suceso nominativo.
2.2.- Como abogado aldeano, lamento que la Insolidaridad prive en el gremio litegantil, ayuno de colegiaciones, asociaciones, fraternidades, que les alivie o apoye en sus días de pasos lentos con charlas de enfermedades, pero más lamentable que los ejércitos de abogados formándose en las 400 universidades -o más-, poblanas, sean profesionistas alejados de las decisiones administrativas toda vez que afectos no son ni a la política partidaria, mucho menos a la política social, y por ello cualquier gobernador con una cámara diputadil a modo, hará lo que sus pensadores le sugieran sobre cualquier institución local.
3.- El fracaso —salvo amparo—, de Miguel Ángel Martínez Escobar, o de otros (con experiencias profesionales parecidas) es debido:
a).- No hay colegios de abogados con presencia social.
b).- Carecen de estructura difusora.
c).- Están desvinculadas de los problemas sociales.
d).- Adolecen de centros culturales afines o vinculados a sus carreras.
e).- Son desafectos a discutir entre ellos, los problemas jurídicos nacidos del poder judicial, de la Fiscalía General, de las facultades de leyes, de los tratados internacionales o los generados por mala administración.
NUESTRA CASA
¿Qué tanta dosis de verdad aguanta un hombre?