Los mexicanos somos desconfiados, tenemos en el ADN aquello que Santiago Creel calificó de sospechosismo. Esa falta de confianza no es gratuita y como en casi todos los temas que han sacudido a los mexicanos, la numeralia del Covid-19 no es la excepción.

El doctor Hugo López-Gatell ha dicho una y otra vez que las acciones del gobierno de Andrés Manuel López Obrador han tenido un efecto positivo en el inicio de la curva de contagios, que nuestros conteos no se han disparado como sucedió en países como China, Italia, España y recientemente, Estados Unidos.

El subsecretario de salud insiste en que hay total transparencia en los números que cada noche presenta a nivel nacional. Sostiene que más allá de la diferencia horaria, porque el corte se realiza diariamente a las 13 horas, no se maquillan cifras ni se ocultan casos.

Ayer Consulta Mitofsky presentó los resultados semanales de su encuesta nacional sobre el Covid 19. En números redondos, sólo uno de cada tres mexicanos considera que los casos positivos reconocidos, son ciertos. Es decir, no hay confianza en las cifras de la Secretaría de Salud federal.

Sin embargo, es posible que como dice la máxima, a los mexicanos hoy, AMLO nos esté mintiendo con la verdad. Me explico.

¿Cómo podrían los números dispararse, si por principio de cuentas se controla y centraliza el número de test que se realizan en el país?

Mientras no se permita que los mexicanos masivamente se realicen la prueba para conocer si son portadores o no del Covid 19, difícilmente se podrán tener casos positivos, o negativos.

Y mientras no existan laboratorios que puedan –por cuestiones legales- realizar estas pruebas, los números de la temida curva de contagios, simplemente no se multiplicarán.

Bloquear las pruebas para que laboratorios privados u hospitales públicos no puedan aplicarlas a diestra y siniestra, está generando un sub reporte de los casos de pacientes con el virus.

Si esta hipótesis resulta cierta, sería catastrófica, porque quiere decir que muchas personas portadoras del Covid 19 no están siendo atendidas y continúan esparciendo el microbio, complicando aún más el escenario para los próximos meses.

No falta mucho para conocer si funcionó la estrategia del bajo testeo, acompañada de las giras masivas y de incitar a los mexicanos a salir a las calles en plena contingencia pandémica.

La federación, al parecer, no está calculando que se volverá rehén de sus propias cifras y que se trata de una bomba de tiempo, que tarde o temprano les estallará en las manos.

Ocultar enfermos es una tarea difícil, pero desaparecer muertos será una misión imposible.

El viejo modelo morenovallista

Y si usted se pregunta si la estrategia de reducir los indicadores es nueva, déjeme recordarle que no. El propio Rafael Moreno Valle mandó eliminar varios espacios como ministerios públicos y giró órdenes para desincentivar las denuncias que pretendieran presentar los poblanos. ¿El resultado? Las cifras oficiales en materia de delitos se fueron a la baja, pero sólo en el papel.

Puebla era uno de los tres estados más seguros del país. Y en un sexenio invirtió la tabla.

Ocultar los números terminó revirtiéndose y la inseguridad nos golpeó con toda su fuerza. Las masacres, balaceras y delitos de alto impacto –denunciados o no- quedaron a la vista de todos. Al final, la estrategia del engañó fue como darse un tiro en el pie.