En los Estados Unidos ha habido periodos oscuros que sus ciudadanos han tenido que paliar. Los más recientes, el triunfo en la elección presidencial de 2016 del republicano Donald Trump ante su oponente, Hillary Clinton y antes, el atentado al World Trade Center en 2001.

Así define la ruta del dolor, Fernando Montes de Oca, un poblano que desde hace décadas radica en Nueva York y que ha padecido junto a los más de ocho millones de habitantes las penurias tras la aparición de Coronavirus.

La tristeza es el hilo conductor entre este ciudadano neoyorquino nacido en territorio poblano y Rosa María Lechuga, radicada en París desde hace por lo menos cinco años.  Con ambos tuve la oportunidad de conversar este lunes en el programa que se transmite todos los días a través de FacebookLive, cuando comenzaba la tercera semana de contingencia en México, Estados Unidos y Francia.

Dolor y tristeza en ambos paisanos a quienes la vida los puso en dos de las ciudades más bellas y cosmopolitas del mundo, paradójicamente, más castigadas ahora por el virus asiático.

La capacidad de análisis y discernimiento en ambos casos lleva a una conclusión: el mundo será diferente al momento previo a la aparición del padecimiento que ahora acapara todo tipo de conversación.

Una nueva forma de entender las relaciones entre las personas. Desde las más elementales como las afectivas, en nuestros centros de trabajo, familiares y cotidianas.

Nadie está a salvo de esa reflexión primaria, que sin embargo, conviene subrayar ante la magnitud del impacto provocado en diversos círculos sociales. La declaratoria de emergencia sanitaria nacional ha puesto en una ruta de enorme complejidad a gobiernos y sociedades.

La pandemia nos obliga por lo pronto a guardarnos en nuestros domicilios por un tramo considerable de tiempo. Un total de mes y medio en aislamiento domiciliario puede parecer una eternidad para cualquiera.

De ese tamaño es la dimensión del reto que se nos presenta. En una comunidad madura y responsable la certeza de observar las recomendaciones en materia de salud se podría dar como un hecho cierto, sin embargo no siempre es así.

En un país con amplias capas sociales en donde priva la frivolidad y el hedonismo, el reto es aún mayor porque es el grupo de gente en el que se aprecia con mayor claridad la ausencia de solidaridad tan necesaria en momento de una acción contundente y colectiva.