El rey pingüino había comprado una máquina, ésta venía desarmada y antes de llegar a puerto hubo una tormenta en la que se perdió el manual. Varios grupos de aves se ofrecieron a armarla, ninguno lo logró hasta que se hizo caso a la recomendación de la paloma, “tomen al mejor de cada parvada”. Así, tuvieron un submarino para explorar recursos en el mar de las oportunidades (fábula de Bárbara Hateley y Warren Schmidt, Reducido al reino de los Pingüinos).
En la fábula, los loros habladores no pudieron. Los flamingos elegantes tampoco. Los gavilanes presumidos armaron algo que no era. Las palomas, los pericos, las águilas, los gansos, los pavorreales y cada grupo por sí solo no pudieron hacerlo. Se necesitaba la experiencia de los mejores.
Pero como en muchos casos, se requería de sentido común, de revisar antecedentes, cómo le hicieron otros, incluidos los que fallaron. Se requiere de humildad para aceptar que otros saben más que nosotros.
Esta fábula dice que no se puede etiquetar a nadie en función de nacionalidad, raza, condición socioeconómica, profesión, religión, color de piel, estatura, edad, condición física o creencias políticas. Es un grave error decir “todos” los ingenieros, o los argentinos, los priistas o recientemente “los conservadores”. En todos los grupos hay buenos, regulares, malos y muy malos.
La máquina desarmada que tenemos en México es un fenómeno de impacto mundial que se llama coronavirus, COVID19. Es una enfermedad muy seria que le da a ricachones y pobres, que no se detiene con ningún escapulario ni trébol de cuatro hojas. Y no se cura con ningún mole de guajolote, ni caldo de pollo con chile.
Para enfrentar esta pandemia, epidemia que se extiende a varios países, se requiere que los gobernantes se conviertan en líderes que promuevan la unidad de la población y establezcan las acciones básicas para prevenir, contener y revertir este fenómeno. Líderes que promuevan la calma y con su discurso o acción, sean ejemplo para las masas que esperamos la orientación elemental sobre qué hacer.
Cada gobernante debe saber que el poder es para servir a la gente, atendiendo sus principales necesidades y reclamos, haciendo un equilibrio entre los deseos y las necesidades, atendiendo lo urgente sin dejar de atender lo importante.
Y las necesidades de la gente siguen siendo: tener agua, energía eléctrica, alimentación, salud, educación e ingresos; sin olvidar que dos terceras partes de la población se encuentra en pobreza. Mucha de esta gente vive al día. En las zonas urbanas viven de algún trabajo formal o informal; en las zonas rurales, de lo poco que producen, de la pesca, la casa, la extracción de recursos pétreos, corte de árboles, del pastoreo incontrolado o de la extracción de leña.
Este mismo domingo de ramos, muchos mexicanos no tendrán como vender sus palmas, muchas de las cuales son de recolección, por haberse cancelado las celebraciones religiosas.
El COVID19 coincidió con la época seca del año. No hay mucho de donde sacar para vivir. En esta época los gobiernos anteriores establecían programas de empleo temporal en las regiones más pobres. Hoy no se cuenta ni con las brigadas para atender los incendios forestales propios de la temporada.
Por eso, una lectura que le vendría bien a nuestros gobernantes, como un asesor gratuito y permanente, es el Manual Hindú del Buen Gobernante de Firdaus Jhabvala.
Este manual dice que los seis atributos de un rey son: el discurso inteligente, la imaginación; la inteligencia, la buena memoria, el conocimiento de la ética y el conocimiento de la política.
Un rey deberá hablar con palabras de bondad. Uno que pronuncia palabras de enojo, está destruido por su propio discurso. Un rey que culpa a otros está destruido por su propio pensamiento negativo. Hable de usted, de sus propuestas y objetivos de servicio hacia sus semejantes y no pierda tiempo hablando de los otros.
El hombre superior se alegra y no se encoleriza cuando oye de sus faltas. Se esfuerza en descubrir sus debilidades y las supera cuando son señaladas por otros.
Antes de perder el objetivo, honor y gloria personal deberían sacrificarse por dignidad y humildad, si no llevan a la realización del propósito deseado.
El COVID, además de los estragos a la salud y la pérdida de vidas humanas, está afectando notablemente la economía de la población y creando impactos negativos en enfermedades crónicas. Como consecuencia del encierro, otras enfermedades como la depresión y la ansiedad están siendo más frecuentes.
Sólo el verdadero liderazgo de autoridades, la coordinación de esfuerzos entre los tres órdenes de gobierno, el establecimiento de acciones preventivas y correctivas y, una sólida unidad de todos los mexicanos nos permitirá salir de esta crisis como nuestros antepasados lo han hecho.