La Fiscalía General del Estado tiene la baraja completa para poder desenmarañar el juego que terminó en violenta jornada electoral del 1 de julio de 2018, cuando la elección presidencial, gobernador, ediles y cargos legislativos quedó manchada por la acción impune de grupos delincuenciales sin que nadie les haya querido marcar un alto.

El Chucky, junto a El Negro, detenido en la primera semana de marzo y El Grillo -hijo de El Negro- aprehendido en junio del año pasado, eran los tres cabecillas de la banda que además de operar una amplia red de narcomenudistas, cobro de piso, homicidio y extorsión, se alquilaban para hacer trabajos sucios en procesos electorales, durante años.

En la capital, todo personaje que se haya preciado de haber sido operador electoral -en el PRI o en el grupo político de Rafael Moreno Valle-, sabían que para reventar una elección no había que hacer más que entraran en contacto con los personajes antes mencionados.

Con Eukid ‘N’ sometido a proceso penal por el probable delito de extorsión y los otros tres sujetos se integra un pokar que deberá arrojar luz sobre unos de los procesos más polarizantes en el estado, y que marcó una jornada electoral que, salvo por el expediente poblano, pudo haber sido ejemplar.

Nadie tiene más información sobre el proceso de elaboración de la estrategia implementada ese domingo negro para la historia democrática en México que los tres mafiosos detenidos.

De la tarea que desempeñe la Fiscalía General del Estado se podrá concluir también cuáles fueron los funcionarios de la época reciente que participaron en la maquinaria ideada para inhibir la participación ciudadana.

También se podrá conocer quiénes fueron los mandos policiacos en el estado y municipio que recibieron instrucciones para ser omisos ante la ola violenta que detonó con una precisión inaudita, a las 13:30 horas y que concluyó casi 30 minutos antes del cierre de las casillas.

La bitácora puntual, con una precisión cronométrica de lo sucedido, fue elaborada por el Consejo Local del Instituto Nacional Electoral que terminó en manos de Lorenzo Córdova. Ahí existen varios testimonios pero uno destaca: el de una funcionaria electoral que recibió un impacto de bala de un hombre que se le plantó de frente con un arma en la mano. Salvó la vida porque la herida fue superficial, y cosas de la vida, ella regresó a sus funciones en la jornada extraordinaria de 2019, por una convicción profesional. Su agresor, sin embargo, no fue detenido al igual que el resto de los pandilleros que sembraron el horror.

Hace pocas semanas un ex mando policiaco tuvo que admitir que la falta de acción ese domingo negro había obedecido a una conjura del poder, en manos en ese entonces de un grupo político claramente identificado. El hilo de esa hebra podrá permitir conocer la parte de una historia de impunidad que antes la oposición decidió callar, junto con la prensa que se condujo ofensivamente sumisa. La verdad debe conocerse porque se trató de una afrenta a la sociedad y que no debe repetirse.