Una popular vendedora en Puebla que organiza ferias, exposiciones y ventas entre emprendedores decidió solicitar proveedores para la compra de bolsas para cadáveres.

Lo hizo a través de sus redes sociales... y para que no hubiera duda, ejemplificó sobre el producto requerido: 1.95 de largo; .90 cm de ancho; 100% impermeable y 260 kilogramos de peso.

Por desmesurada que pareciera, la pregunta la lanzó el 7 de abril, cuando ya las autoridades sanitarias habían decretado el encierro domiciliario por la contingencia sanitaria.

Los comentarios luego de su publicación fueron de sorpresa, de miedo y algunos más de sorna, desde luego, pero al final, consiguió su propósito cuando en una parte de la conversación en Facebook confirmó: “ya conseguí proveedor”.

Y es que hasta el jueves de esta semana habían fallecido 77 poblanos, 44 víctimas por el contagio en Puebla y otros 33 fuera del país, casi todos migrantes en alguna ciudad de Estados Unidos; 99 víctimas están hospitalizados y 25 en condiciones graves, reportó la Secretaría de Salud en Puebla.

Ese parece ser el nuevo nicho de mercado: instrumentos para poder confinar los restos de seres humanos caídos como víctimas del virus asiático. 

Primero fue el antibacterial en gel con el que se comenzó a especular, luego los cubre bocas y antes, el papel sanitario. Con el encierro domiciliario se pasó al encarecimiento de productos de consumo general: huevo, pollo, aguacate.

De la enorme demanda por la pandemia del Coronavirus, vino el acaparamiento y más tarde la especulación con todos estos productos, insumos básicos para la vida de cualquier familia.

En vano fueron los llamados de autoridades de distintos niveles a ser solidarios. La lógica del mercado terminó por imponerse, ante una creciente demanda vinieron los sobre precios, costos inflados con el propósito de generar ganancias exorbitantes.

Son las reglas del juego que no han variado ni un milímetro y que van a contra corriente de los análisis de especialistas de enorme prestigio que sugieren el fin del neoliberalismo y el capitalismo a partir del surgimiento de la crisis sanitaria por el Covid-19.

Más allá del cubículo de los académicos, la libre oferta y demanda termina por imponer sus propias leyes, como se ha ejemplificado, con datos y hechos precisos sin más que la realidad a secas.

¿Miseria humana o simple lógica del mercado? Cada quien tendrá su propia conclusión porque debatir sobre la moral en tiempo de la pandemia es tan complejo como la tarea misma de quien solicita productos que permite hacer mortaja con el cuerpo humano.