Por Fritz Glockner

Estas ahí, consciente del confinamiento, encerrado, aislado, todos han decretado que es por el bien propio y el colectivo, repasas las historias adheridas a las hojas de viejos calendarios, el corazón que nunca debe descansar, de pronto opta por acotar el latido, sabes que el tiempo por arrear el telón ha llegado, previenes desenlaces y ubicas hasta la más mínima pieza del rompecabezas, que nadie tenga que padecer la partida, mucho menos en estos tiempos de virus amenazantes, que la Beba, compañera de todas las escenificaciones quede arropada, que Paco y Toño asuman el arbitraje como cada día pasado se ensayó en las canchas de fútbol, ese deporte que siempre cotejaste con la vida misma.

​El desconsuelo nos invade, obviamente, la opción de la despedida es escaza, no hay alivio en el abrazo, las palabras se esconden y terminan por ahogarse, pinche Pancho, decidiste la fecha exacta, esa ante la imposibilidad de convocar a los cientos de alumnas y alumnos de la Universidad Autónoma de Puebla, del Instituto Oriente, del Instituto ESINCRE con los que surco tu cátedra, para consentir que nos cruzamos, que bebimos, que experimentamos, que comentaste, que sugeriste, que opinaste, que se te ama.

​“Pancho”, como se te ubica en la presencia de tu ausencia, Francisco Carral Gijón, para el registro de las leyendas, tu apuesta ha dejado huella, y como dijera el poeta Ángel González: “Otra historia vendrá distinta a esta…” y entonces festejaremos lo que eres, lo que fuiste y serás.