Nadie podría decir que el de Miguel Barbosa es un gobierno al que le tiembla la mano para aplicar las políticas públicas que, como ha insistido, buscan el beneficio de las mayorías en una sociedad de por si desigual.

Esta semana que comienza será decisiva en el juego de vencidas con el gobierno federal, patrones y sindicatos para impedir que Volkswagen y Audi regresen a sus actividades, debido a la etapa más difícil de la pandemia.

Lo será también en otro frente, el que decidió abrir el Consorcio Universitario que busca frenar una iniciativa que ya es norma desde el 18 de mayo en que fue publicada en el Periódico Oficial del Estado, por la interpretación que se la ha dado en torno a la propiedad de bienes inmuebles.

No lo va a decir en público por que la honestidad no es moneda de uso corriente en las alforjas del ex rector de la Buap, Enrique Doger, pero sumarse a la descalificación de la nueva ley, es al mismo tiempo una defensa de intereses propios y de sus socios en el ramo educativo.

No es la primera vez que el ex candidato del PRI al gobierno del estado en 2018 y rector universitario hasta 2005 aprovecha esa posición ambivalente de político priista-empresario educativo y universitario, del que existen evidencias palmarias.

En la polarizante campaña de 2018 arremetió con fuerza a Miguel Barbosa, candidato de la coalición Juntos Haremos Historia, cuando en un ejercicio de nado sincronizado lo hacía al mismo tiempo el abanderado del Partido Verde y palero del grupo político de entonces, Michel Chaín.

En mayo de ese año el ex candidato Barbosa lo acusó de actuar bajo los intereses del auténtico jefe de la campaña de Martha Erika Alonso, su esposo Rafael Moreno Valle por lo que lo llamó “sultán y corrupto”.

En medio de la crisis post electoral, el acomodaticio candidato priista levantó la mano a la panista Alonso Hidalgo y se fue a tomar la foto a la oficina del Partido Acción Nacional, ya sin asomo de dignidad alguna, que la misma abanderada subió a su cuenta de Twitter.

No va sólo en su nuevo lance para defender causas empresariales este ex rector que con el paso del tiempo perdió brillo como político de avanzada que presumió amistades con políticos de congruente conducta en la izquierda como Porfirio Muñoz Ledo.

Desde la Cámara de Diputados ha usado a quien ha sido el operador de los sótanos cuando ambos ascendían en la escalera meritocrática partidista desde la rectoría universitaria: Javier Casique, su ex secretario particular.

Habrá reclamos legítimos de mujeres y hombres que desde sus posiciones como rectores y dueños de universidades y escuelas privadas para defender lo que a su derecho, pero ni Doger, Casique y sus socios se verán en ese cuadro porque la congruencia y honestidad no es lo suyo, sino al contrario: el nego es el nego.