Si la defensa de los gobiernos de la Cuarta Transformación son objetivos de Carlos Alberto Evangelista, designado líder del Movimiento Regeneración Nacional en Puebla, ya quedó a deber desde que llegó a ese encargo.

En el ámbito legislativo, los partidos que forman el bloque opositor a la fuerza política en el poder y hasta en redes sociales, todas y todos los actores se han servido desde hace meses con la cuchara grande de la descalificación, hasta sin argumentos suficientemente consistentes para ser la oposición inteligente que la sociedad requiere con urgencia.

Primero por las medidas aplicadas para dar la lucha a la pandemia por el Covid-19 y luego por la nueva Ley de Educación, la constante ha sido la descalificación sistemática.

En el partido que tuteló a Miguel Barbosa, el gobernador, ha sido el silencio la respuesta. No existe registro de un sólo reclamo, respuesta o defensa de la marca en el sistema de partidos que llegó por fin al poder en junio de 2019, hace exactamente un año. 

El inmovilismo y la burocratización política han sido la divisa. Ha dominado en la escena una suerte de sordera política y lentos reflejos que terminaron por dejar vacíos políticos que sus detractores han llenado con relativa solvencia.

Evidencias de la presencia fantasmal de los dirigentes del partido en el gobierno, la actuación permanente del Ejecutivo frente a jauría política que no parece dispuesta a conceder un momento de respiro ni pausa.

Todos los días ha sido el propio mandatario quien ha debido salir a la defensa de su ejercicio de gobierno, pensamiento ideológico, su posición como hombre de izquierda y hasta de la administración de quien ha considerado su líder, Andrés Manuel López Obrador el presidente.

Es un síntoma general de quienes llegaron del activismo al gobierno: falta de oficio, decisión y rapidez para generar contrapesos en la opinión general, habitualmente poblada de opiniones llenas de clasismo, intolerancia y ambición por el retorno al poder.

Las últimas dirigencias de Morena se han distinguido por haber escondido la cabeza en las instalaciones de esa instancia partidista allá en la 11 Sur, en Prados Agua Azul, sin más atino que administrar una oficina con criterio burocrático.

Evangelista, ha trascendido en medios locales, forma parte de la oposición interna a la depuesta dirigente de Morena Yeidckol Polevnsky y es afín a Alfonso Ramírez Cuéllar, el sucesor de aquella.

Es probable que así sea. No hay una sola señal de tener perfil para dirigir un partido político en el gobierno como sucede en Puebla, como tampoco lo tuvo el anterior dirigente Mario Bracamonte.

En las últimas horas las dirigencias locales del Partido Acción Nacional, Revolucionario Institucional y otras expresiones políticas abrieron fuego en contra de la Ley de Educación y llamaron ‘Ley Barbosa’ a la iniciativa aprobada el 15 de mayo, hace más de diez días.

El ex secretario Nacional de Combate a la Corrupción de CEN de Morena parece no haber advertido lo que ha sucedido en las últimas horas y es probable que nadie se lo haya informado, o es que la somnolencia de la partidocracia lo haya impedido.