Tiempos virulentos, tiempos de polarización extrema, tiempos aciagos.
En el final de la primera parte del confinamiento el ánimo social que se manifiesta en las redes se encuentra lleno de enojo, frustración y odio.
No hay manera de debatir calmadamente, argumentando de manera informada, escuchando al de enfrente, buscando empatía, acuerdos o diferendos.
No, hoy todo es blanco o negro, no hay matices, o eres de los míos o estas en nuestra contra.
Nuestro país está dividido entre quienes apoyan al presidente López Obrador y no soportan ninguna critica, lo defienden como si les fuera la vida en ello y atacan a quien critica con ofensas y los tachan de rateros, corruptos y parte del sistema que llevó a México a la situación que vive desde hace décadas.
Por el otro lado, están los que atacan todo lo que venga de la llamada cuarta transformación, sin haber leído, sin informarse bien, haciendo caso absoluto a la gran cantidad de información falsa que circula por las redes. No les alcanzan las pifias que realmente comenten, hay que exagerar o incluso inventar.
En ambos casos y gracias a los algoritmos de las redes se nutren únicamente de lo que escribe gente que piensa igual que ellos, piensan que son mayoría y que les asiste la razón absoluta.
El problema de fondo es que se pierde de vista lo que se supone debiera ser el argumento central: México y los graves problemas de fondo que vive.
Todos somos responsables en diferentes formas y grados de haber llegado a la situación que ahora vivimos.
No es muy complicado, si lo razonas, entender porque 30 millones de personas votaron por un cambio, por una nueva esperanza. Esos, que muchos antiAMLO llaman descerebrados, votaron por lo que les daba esperanza, por donde veían que podía venir la luz, hartos y decepcionados de las otras opciones que ya habían demostrado, para ellos, que no funcionaron, que los dejaron igual o peor que antes.
Si nos ponemos en su situación puede ser entendible que crean que el tiempo de López Obrador en el ejercicio del poder ha sido aún corto y estén dispuestos a creer y apoyar por más tiempo.
Ambos bandos argumentan que los agresivos son los otros, los que ofenden son los de enfrente y ellos solo actúan en consecuencia.
Ambos bandos han sido mezquinos e inclusive miserables. Han inventado o exagerado a su conveniencia han derramado odio en sus comentarios.
Creo firmemente que es momento de hacer a un lado la víscera y pensar en cómo cada quien desde su trinchera y más allá podemos aportar con hechos y acciones, no con palabras y ofensas, para construir un México más igualitario, más justo y más humano.
No encuentro otra manera de salir adelante.
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1.- En Estados Unidos la situación no es mejor, con una oleada de protestas por el salvaje asesinato de George Floyd y un presidente racista que llama idiotas a los gobernadores por no utilizar la fuerza para callarlos.
2.- Entre tanta confusión nos toca a la sociedad hacer nuestro mejor esfuerzo para salir adelante en el regreso a la “nueva normalidad”.
3.- ¿Alguien se acuerda del proceso de modernización del transporte público?