Inmersos en la visita de dos de los tres personajes “de moda” de este gobierno federal, el pasado primero de agosto cumplió su primer aniversario el gobierno de Luis Miguel Barbosa.
El primero de estos personajes, reaparece después de que se auto declaró contagiado de Coronavirus, casualmente poco después de que se dio a conocer que el IMSS -del que es director- estaba otorgando contratos millonarios y sin licitaciones a sus familiares. Ahora que la magia del gobierno de la 4t (con minúscula) logró que se olvide esto, ha regresado a sus funciones, aunque seguro los contratos a favor de sus familiares continúan, pero ahora en el anonimato.
El segundo de ellos es sin duda toda una estrella, ahora de TV Azteca para estar acorde con el empresario consentido de este gobierno federal. Este personaje ha logrado con su estrategia y conducción para enfrentar el Coronavirus, que México ocupe el tercer lugar a nivel mundial con el mayor número de personas fallecidas por este virus mortal.
Tan efectivas han resultado sus estrategias que han iniciado giras “artísticas” por varios estados del país, y el fin de semana les tocó Puebla.
El primero de ellos seguramente no alcanzó a percibir las enormes dificultades que atraviesan los hospitales bajo su responsabilidad para dar una atención digna a sus derechohabientes y a los enfermos de coronavirus al mismo tiempo, sin la infraestructura adecuada, sin medicamentos y con un cuerpo de médicos/as, enfermeras/os que continúan requiriendo los elementos mínimos necesarios para su protección y para dar esa atención.
El segundo realizó una “muy oportuna” visita a nuestra entidad, ya que presentó lo que llamó “Programa de Salud Comunitaria para enfrentar el Covid-19” a más de cuatro meses de iniciada la contingencia; sin duda deberemos agradecer que por fin haya sido presentado un programa para enfrentar esta pandemia, aunque sea después de 47 mil 472 personas fallecidas y 434 mil 193 casos confirmados en el país y después de 2 mil 600 defunciones, 21 mil 229 casos positivos en el estado de Puebla. En fin, ésta es nuestra realidad.
Como lo es también, el que llegamos al primer año de ejercicio de gobierno en el que no podemos hablar todavía de resultados para la entidad. Sin dejar de reconocer que sentar las bases de un gobierno no es fácil, es evidente que este gobierno no acaba de arrancar. En un año diez cambios en su estructura de primer nivel, supone cuando menos, que no se hizo un adecuado proceso de transición y selección del equipo de trabajo y que existe una falta de coordinación que ha detenido el seguimiento de lo que habrían sido las primeras acciones de un gobierno, más aún si hasta este momento no se conoce de los motivos que provocaron estas renuncias.
No hay un programa de obras que se esté implementando en el estado, o cuando menos una, que definiera a esta administración. Lo que sí se percibe son rasgos autoritarios en el ejercicio de gobernar, que en muchos momentos pareciera que tiene como único interés borrar lo realizado por gobiernos anteriores; una estrategia discursiva que está en permanente choque, ya sea contra periodistas y reporteros/as, grupos empresariales e incluso contra autoridades surgidas del mismo hoy partido oficial que gobierna en la entidad. Si lo vemos a la distancia, no hay mucha diferencia entre el estilo de gobernar del extinto gobernador Rafael Moreno Valle con el que ha asumido el gobernador Miguel Barbosa.
En medio de ello, se presenta la crisis de salud por la pandemia del Coronavirus (Covid-19) en la entidad, que inició con declaraciones muy desafortunadas del Ejecutivo estatal que recorrieron el país y el mundo, y que impactaron en el tardío inicio de acciones de prevención y atención; por fortuna pudo diseñarse una estrategia de atención que se está desarrollando en la entidad pero que todavía nos mantiene en el segundo estado del país con el mayor número de contagios (UNAM, Julio 2020).
En materia de seguridad las cosas no son mejores, aun cuando se ha conocido de la detención de líderes de bandas de la delincuencia organizada, los niveles de inseguridad continúan a la alza. No pudieron concretar una política pública de prevención y atención de las violencias en contra de las mujeres a sabiendas de que la contingencia acarrearía -como sucedió- un incremento exponencial de este tipo de delitos, tan solo considerando el deshonroso lugar que tenemos en violencia familiar en el país y que todas esas mujeres, niñas, niños, discapacitados/as y personas con orientaciones sexuales diversas, se enfrentarían a seguir viviéndolo con sus agresores pero ahora en confinamiento, olvidándose que tenemos una declaratoria de Alerta de Violencia en contra de las Mujeres por razón de género y los feminicidios se incrementaron.
Contradictoriamente al discurso de transparencia y no corrupción, no conocemos aun un informe de las reasignaciones presupuestales que el Ejecutivo estatal ha realizado para la atención de la pandemia en el estado, algunos datos han sido documentados por los medios de comunicación, y por la misma vía hemos sabido también, de las diversas irregularidades en la asignación de contratos.
Obligado señalar que el gobernador del estado ha sido el mejor diputado de la LX Legislatura en funciones del Congreso del Estado, en un año, ha presentado cincuenta iniciativas de las cuales cuarenta y dos han sido aprobadas. Un gran legislador.
Sin duda a un año de gobierno, no podemos hablar todavía de resultados para la entidad.
Los retos por venir son inmensos ante la crisis sanitaria, de salud, de empleo, económica y de seguridad que nos deja ya la pandemia.
Por el bien de Puebla deseamos que pronto logren asentarse. Se tienen por delante cuatro años para que realmente puedan como dice su slogan “Hacer historia. Hacer futuro”.