El próximo 3 de noviembre se celebrarán elecciones generales en Estados Unidos para elegir de forma indirecta a un nuevo presidente y vicepresidente, y de forma directa a 34 senadores y 435 miembros de la Cámara de Representantes. Se trata de una cita electoral cuyas repercusiones rebasarán por mucho los 9 millones de kilómetros cuadrados que componen esa nación y en la que México tiene un doble interés.
Ello porque se trata de nuestro principal socio comercial cuyo monto de intercambio alcanzó en 2019 la cifra de 614 mil 500 millones de dólares, al tiempo de que radican en suelo estadounidense 12.3 millones de personas nacidas en México y 26.2 millones de mexicanos de segunda y tercera generación.
Así, nuestros connacionales representan más de 60% de la población hispana en Estados Unidos, que por primera vez en la historia se coloca como la minoría étnica o racial con más peso en la contienda electoral, rebasando a la población afroestadounidense.
Se prevé que entre 32 y 36 millones de ciudadanos estadounidenses de origen hispano puedan emitir su sufragio el primer martes después del primer lunes de noviembre e inclinar la balanza en favor de alguna de las dos fórmulas presidenciales que están en disputa.
Y es que la cifra no es exacta debido a que cada 30 segundos un hispano cumple 18 años y se prevé que para noviembre alrededor de 3 millones de nuevos ciudadanos engrosen el padrón electoral estadounidense.
De ahí que el actual presidente, Donald Trump, haya buscado de último momento dar un giro a su discurso y actos de gobierno, para hacer un guiño a la población hispana.
Por su parte, con la decisión del candidato presidencial del Partido Demócrata, Joe Biden, para que la senadora por California, Kamala Harris, sea su compañera de fórmula como candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos, se reconoce el peso de la población hispana y la pluralidad étnica que integra y ha hecho grande a aquella nación.
Joe Biden es un político de amplia trayectoria al que favorecen todas las encuestas electorales y que postula propuestas de campaña responsables y visionarias, despertando el interés del electorado hispano que ya no quiere disputas ni enfrentamientos, sino soluciones, progreso e inclusión.
La de Biden es una decisión estratégica, pues California es el Estado de la Unión Americana que mayor población hispana tiene, seguido de Texas, Florida, Nueva York y Arizona.
A diferencia de comicios anteriores, en los que la participación latina fue menor, parece que en 2020 existe una gran motivación entre nuestros connacionales para participar en la decisión que guiará el rumbo de Estados Unidos durante los siguientes 4 años, pues la situación económica y falta de cobertura médica han golpeado frontalmente a nuestros paisanos y buscan respuestas por parte de sus representantes populares.
La elección estadounidense puede representar un punto de inflexión en favor de la población hispana en la larga búsqueda de una reforma que garantice la observancia de los derechos humanos y cese el acoso laboral, económico y de salud del cual es objeto cotidianamente. Las experiencias insignes de las ciudades santuario, que se negaron a implementar en sus calles la persecución de migrantes, puede ser el punto de partida para generalizar el esfuerzo y hacer que el suelo estadounidense sea más justo para millones de mujeres y hombres que solo buscan trabajar, brindar mayores oportunidades a sus familias y contribuir con el crecimiento de aquella nación.
En el PRI permanecemos atentos al proceso que se lleva a cabo en el país vecino del Norte.