Al fin el capricho de AMLO se cumplió y la rifa (equivalente al valor) del avión presidencial se realizó.

Pero la venta de boletos, la entrega de premios y los recursos ganados en el sorteo dejan muchas más dudas que certezas.

Es cierto que la transparencia no ha sido la mejor bandera de la administración lopezobradorista sin embrago el tema de la no-rifa del avión ha rebasado todos los límites, una burda tranza por donde se observe.

Hasta la noche de ayer sabíamos que cuatro hospitales habían ganado, es decir que en conjunto suman 80 millones de pesos que efectivamente serán un respiro para esas unidades pero no podemos olvidar que para ganar ese capital, el gobierno federal gastó 500 millones de pesos.

Con una simple resta podemos entender que se invirtieron 500 millones y se recuperaron 80, es decir se perdieron 420 millones de pesos.

Y es aquí donde surge una de las primeras interrogantes ¿No era mejor que esos 500 millones de pesos se destinarán íntegramente al Insabi para atender la emergencia sanitaria y las necesidades de los niños con cáncer en lugar de triangular recursos y perder más del 80 por ciento?

En el caso de los boletos que se compraron, también con recursos públicos, y se repartieron entre los comités del programa La Escuela es Nuestra, el escenario es similar y lo subrayó pese a que en Puebla al menos tres escuelas le pegaron al gordo.

Ahora sería bueno que AMLO nos diga cómo va a auditar los 60 millones de pesos que habrán de administrar libremente los padres de familia de esas tres instituciones educativas y máxime cuando la ley no les obliga.

Un inciso más que revisar. Desde el lunes por la noche comentábamos en Destrozando la Noticia que el “gran sorteo” simplemente había sido un pésimo negocio.

Según los números referidos por López Obrador se habrían acumulado 2 mil 100 millones de pesos por la venta del 70 por ciento de los boletos de la no-rifa. De ellos se habrían de pagar 2 mil millones de pesos para entregar los 100 premios de 20 millones cada uno. Así que en apariencia habría una ganancia de 100 millones de pesos. Y digo en apariencia porque las comisiones pagadas a los vendedores de los boletos suman 168 millones de pesos. Es decir, que realmente habría una pérdida de 68 millones de pesos.

A esos 68 mdp debemos agregar el costo de imprimir y distribuir los boletos, la enorme publicidad que tuvo el sorteo, los gastos del evento y logística, cifras que hasta el momento desconocemos.

Como se verá el show de la rifa del avión fue sólo faramalla, un sorteo más corriente que común y que de burda manera el gobierno le inyectó recursos públicos para, al final, perder muchos pero muchos millones de pesos.

Y para rematar, el chingado avión continúa en su lugar, generando un millonario gasto por mantenimiento y devaluándose pese a que aún tenemos, los mexicanos, que terminar de pagarlo.

Eso sí. Este jueves en su mañanera, AMLO gritará a los cuatro vientos que la no-rifa fue todo un éxito.

La arenga que jamás llegó

AMLO logró lo que ningún presidente, ni en sus peores años, había logrado. Dar el grito con un zócalo vacío. La pandemia y la pésima estrategia federal para atenderla, obligó a ello.

Pero el silencio de los mexicanos desde la plaza que alguna vez él mismo retacó, se vuelve menor ante el “olvido” del presidente de todo el personal sanitario que desde hace más de seis meses, luchan contra la muerte en pésimas condiciones y con enormes carencias. 

En los 20 vivas del presidente cupieron sus ideales como la justicia y el amor al prójimo, pero no hubo un solo espacio para reconocer a los cientos, miles, de médicos, doctoras, enfermeros, enfermeras, camilleros, químicas, personal administrativo y de intendencia, que enfrentan al coronavirus en clínicas y hospitales.

En ocasiones, los silencios, las omisiones, dicen más que mil palabras, y esta es una de esas ocasiones. Su olvido fue el fiel reflejo de que para AMLO lo importante es sólo lo que él mismo califica como tal, el resto, el resto simplemente no vale la pena.

Si ya iba a romper con la tradicional arenga, para promover su demagogia, bien podría darle espacio a las y los nuevos héroes que son precisamente quienes cuidan de nuestra salud.