Quien tiene sus horas contadas al frente de la Junta Local de Conciliación y Arbitraje es nada menos que su presidente Mario Arturo Daza Buendía.

Como le señalamos en la pasada entrega, la situación del organismo defensor de los derechos laborales en Puebla es un verdadero caos y bastaron los primeros dos días de su reapertura para que colapsara.

Pero lo peor es que Daza Buendía, sólo se ha presentado algunos minutos en sus oficinas, sin atender a nadie en esos breves lapsos, aunque afuera haya interminables filas.

La contingencia por la pandemia sigue siendo su mayor argumento para no operar al 100 por ciento.

Así lo fue para cerrar la JLCA durante casi siete meses.

El problema no fue que cerrara, eso era necesario y comprensible, lo malo estuvo en que no aplicó ninguna medida para atender a los miles de quejosos, con medidas alternativas, como se lo dije la semana pasada.

Ahora nuevamente el argumento es la contingencia para recibir a cuentagotas a la gente, quienes llegan a esperar hasta 8 horas.

Y siguen sin buscar medidas alternativas de servicio.

Lo más increíble es que desde el lunes que reabrieron, aunque su horario era de 9 a 15 horas, a las 14 horas se dio la orden de cerrar las puertas, lo que generó la comprensible molestia.

Y las protestas con gritos de “¡ya dejen de vacacionar!” no se hicieron esperar

Si tanto les preocupa la salud de los asistentes, ¿por qué no se pone alguna medida para evitar las grandes filas afuera de las instalaciones, donde pocos guardan la sana distancia?

No nada más es dar gel y medir temperatura en la entrada, también debería buscar la forma de evitar las aglomeraciones en las calles.

¿Sabrá Daza Buendía, que con la actual tecnología se podrían generar citas desde internet?

Sino que pregunte a cualquier organismo de gobierno estatal o federal e inclusive en el Instituto Nacional Electoral, donde han evitado las aglomeraciones mediante este tipo de citas o atenciones virtuales.

Pero parece que al presidente de la JLCA, lo que más le preocupa en estos momentos es mantenerse en el cargo, por lo que dicen anda cabildeando el seguir cobrando del erario.

Total las más de 40 mil quejas rezagadas por despidos injustificados y las que se acumulen esta semana, pueden esperar.

Tiempo es lo que le sobra a la JLCA y ya perdieron siete meses y contando.

En tanto, ya hace las maletas el susodicho, aunque se resista.

La Guerra Civil

Hace unos días se registraron unas protestas en las oficinas del Registro Civil, por empleados que acusaron al director Manuel Carmona Sosa de tratarlos de forma grosera, acosarlos laboralmente e incluso de cobrar cuotas extraordinarias a los usuarios.

Señalaron también a María del Carmen Ruiz Cabrera y al jefe de subdirección de Apoyo a Programas y Procedimientos, Alfonso López-Martínez Carrasco, por maltrato laboral.

Ahora se dice en los corrillos de gobierno, que quienes azuzaron a los empleados fueron la subdirectora Porfiria Becerra Solís y Víctor Rendón Ramírez 

Lo malo es que a Víctor lo consideran en la institución un aviador, que cobra 11 mil pesos quincenales sin trabajar con número de expediente 93692, quien además estuvo trabajando un rato en la administración pasada.

Su sueño es dirigir al Registro Civil, para lo cual operó infructuosamente en la pasada administración estatal, en la que ayudó a entrar a trabajar a Porfiria Becerra.

Desde entonces hicieron mancuerna, dicen los que saben.

Por eso no ha dejado de cobrar, aunque ya no trabaja.

También dicen los que saben, que hicieron todos estos movimientos de presión debido a que el director les cerró la llave de las ganancias “por fuerita”.

La guerra interna seguirá. Ya les contaremos.