Contrario a todas las recomendaciones e incluso al decreto presidencial, el Instituto Nacional Electoral en Puebla y otros estados, realiza prácticas laborales poco ortodoxas y tramposas.

Le comento que personal considerado como de alto riesgo por tener alguna comorbilidad o cuya edad supera los 60 años fue notificado de que deberá regresar a trabajar presencialmente a las instalaciones, con una agravante: firmar una carta deslindando al instituto en caso de contagiarse o inclusive de morir por Covid.

Palabras más, palabras menos, cada uno de los empleados del INE que se encontraban hasta ayer lunes en su casa cumpliendo con sus labores a distancia y procurando no contagiarse del coronavirus deberán redactar una carta en la que manifieste su interés por regresar al trabajo de manera presencial “deslindando al Instituto o personal del mismo de responsabilidad alguna”.

El machote de la carta, que debe ser entregada voluntariamente a fuerza, llegó a trabajadores que lo mismo padecen diabetes, hipertensión, obesidad, cáncer o cualquier otra comorbilidad y a quienes se les aclaró que en caso de contagiarse del SARS CoV2 durante los recorridos de su casa al trabajo o dentro de las instalaciones, el INE no lo calificará como riesgo de trabajo.

En casos extremos donde los colaboradores fallezcan a causa de Covid, sus deudos tampoco podrán cobrar los seguros correspondientes o las pólizas serán mucho menores debido a que la carta exime al instituto de las complicaciones médicas de cada trabajador.

Si bien la salud es un tema del que cada uno debemos hacernos responsables y es necesario reactivar las actividades ante el inicio del proceso electoral 2020-2021, me parece un acto sin madre que el INE viole el decreto presidencial y exija a sus colaboradores deslindarlo de riesgos verdaderamente altos.

¿De verdad no existen maneras de hacer el trabajo de manera remota?

Se le apareció el diablo a Gatell

Era previsible que la comparecencia de López-Gatell Ramírez no sería un día de campo para el subsecretario ni siquiera porque la mayoría de los senadores está compuesta por los partidos de la Cuarta Transformación.

Sin embargo, la ahora panista, antes morenista, Lilly Téllez desaprovechó la oportunidad de realmente cuestionar al subsecretario y se limitó a armar un show mediático para ridiculizar a su interlocutor y de paso darle una salida de víctima.

Lo último que necesitábamos los mexicanos es que Hugo López-Gatell saliera triunfante, como lo hizo y que pudiera presumir en su conferencia de las 19 horas que su visita al Senado fue suspendida por la falta de condiciones para continuar con una comparecencia que le dejó un trago amargo y alguna que otra sonrisita.

Para Gatell, el anunció de la suspensión de la comparecencia fue tan positiva que le dio la oportunidad de despedirse en el micrófono de la Cámara Alta y lamentar que no pudiera continuar el encuentro. Los panistas que consideraron el espectáculo de ayer por la tarde una victoria deberán pensar seriamente si esta batalla no terminará por fortalecer aún más al subsecretario.

Ya lo dijo fuerte y claro López-Gatell, así que después no podremos llamarnos sorprendidos: “Me increpaban diciéndome que satisfago las expectativas del presidente. Y sí, por supuesto y con muchísimo orgullo”.

¿Así o más claro?