Muy delgada es la línea que dividirá desde hoy los actos de campaña, de las legítimas acciones de gobierno y en el caso de los legisladores que ya tienen puestos sus ojos en otro cargo de elección, será aún más débil ese límite.
Ayer el presidente del Congreso, Gabriel Biestro, firmó un convenio de colaboración que en otros tiempos podría pasar como un acto menor, sin embargo el discurso previo a las fotografías llamó la atención por el mensaje de “puertas abiertas” en el Congreso “para los jóvenes”.
La población juvenil siempre será un botín importante para los políticos, amén del porcentaje que representen, se trata de un segmento que por primera vez acudirá a emitir su voto y que pueden ser el switch entre uno u otro candidato, en competencias reñidas.
Es claro que para los estudiantes, de la Universidad de Oriente, el convenio de colaboración es útil pero el morenista deberá tener –desde hoy- más cuidado con la promoción de sus acciones sobre todo si los rumores sobre sus aspiraciones son reales, porque en una de esas, le acusan por actos anticipados de campaña o de utilizar su diputación para promoverse políticamente.
Bien dicen que no se deben hacer cosas buenas que parezcan malas y en política, lo que parece, es.
Entre la cicatrización y el fraude
Durante las últimas horas y tras las votaciones en Estados Unidos, los discursos de los candidatos Joe Biden y Donald Trump reflejaron posturas completamente contrarias, ahondando en la polarización que se vive en el país vecino del norte.
Mientras el demócrata, que hasta anoche se veía más cerca de los 270 votos electorales que el actual presidente de USA, llamaba a curar heridas y se comprometía a trabajar tanto por quienes votaron por él como por quienes no lo hicieron; el republicano salió a dar una rueda de prensa a media madrugada para acusar un “enorme fraude” y adelantó que judicializaría los resultados.
Al margen de que se trate de estrategias y que en las próximas horas o días, conozcamos al ganador, lo cierto es que los ciudadanos en Estados Unidos vivirán algo similar a lo que hoy enfrentamos en México: la polarización.
Independientemente del resultado, el hombre que gane, gobernará a una de las potencias mundiales con la mitad de sus votantes en contra y de no lograr la cicatrización, que propone Joe Biden, será un caldo de cultivo para las protestas sociales.
Una de las cosas que ya están más claras es que las Cámaras quedarán divididas y eso garantizará que ninguno de los dos –aún- candidatos tendrá el poder absoluto, una lección que bien nos haría a los mexicanos aprender, sobre todo de cara al proceso electoral de 2021.
El cubrebocas de AMLO
“Si algún día llego a ponerme el cubrebocas será por respeto a la gente, porque veo su responsabilidad, aun sin saber a ciencia cierta si ayuda o no ayuda usarlo”, dijo Andrés Manuel López Obrador, quien nuevamente atizó el fuego sobre el tema.
La mascarilla que en muchos estados, como Puebla, es obligatoria, para el presidente simplemente es un aditamento más que puede o no usar.
Su mal ejemplo ha permeado en gran parte de la sociedad y no se da cuenta del enorme riesgo que representa su necedad, principalmente en estos días que nos encontramos en la antesala de las ventas nocturnas y el llamado “Buen Fin” que busca atraer a la mayor cantidad de clientes en las tiendas, durante la próxima semana.
Confiemos en que los mexicanos seamos mucho más que el contradictorio y tibio mensaje de AMLO y que podamos demostrar que en estos siete meses y con más de 92 mil muertos oficiales por el coronavirus, hemos aprendido lo suficiente para usar correctamente el cubrebocas y mantener la sana distancia.