Nuestro país no está bien y en la prospectiva no se vislumbra una mejoría en el corto plazo. En lugar de concentrarse en lograr alianzas para gobernar y ofrecer soluciones eficaces a la población, el partido en el gobierno realiza coaliciones, pero electorales para ofrecer lo que hasta el momento no ha sido capaz de lograr: resultados positivos.
Caída histórica de la Inversión Extranjera Directa (es decir, la que produce empleos), cierre masivo de empresas y crecimiento exponencial del desempleo, incremento de contagios y enfermos por Covid-19, aumento de la inseguridad pública y de la violencia en contra de las mujeres, deterioro de la seguridad social, decremento en la recaudación fiscal, polarización social y debilitamiento de las instituciones públicas.
Se trata de algunos de los males que aquejan a la Nación en estos momentos y que exigen unidad de todas las fuerzas políticas para su tratamiento y solución. Sin embargo, no se percibe que en el gobierno federal exista plena conciencia de la gravedad de la situación y que esté reajustando y rediseñando políticas públicas de atención inmediata.
Cada día que pasa representa una oportunidad valiosa perdida para corregir el camino, hacer a un lado los intereses electorales y salvar vidas.
En el PRI sabemos que los actuales son momentos para mantener la unidad en lo sustancial, es decir, en los intereses nacionales, y ¿qué puede ser más valioso que la vida de miles de mexicanos que hoy son dejados a su suerte ante el Covid-19? Como bien dicen los especialistas, la pandemia no es destino y se deben de tomar las acciones pertinentes, esas mismas que estados como Hidalgo, Guerrero, Estado de México y Campeche han tomado desde hace ocho meses para atender oportunamente a los enfermos y detener los contagios.
Si no pensamos en los siete meses que faltan para las elecciones de junio próximo y lo que puede suceder con una pandemia descontrolada y una economía en picada, me temo que el país que llegue a esa cita electoral será otro y no precisamente mejor.
La acción política no es la labor de lo deseable sino de lo posible y solo con negociación, entendimiento, compromiso y confianza se hará frente a la situación que nos ha regresado de golpe 20 años en materia de desarrollo y progreso social.
En el PRI tenemos capacidad para dialogar, para negociar, para convencer y para impulsar las acciones que México requiere. No pretendemos absolutos ni recurrimos a recetas, pues nos conducimos con base en ideas y postulados que sirven para resolver las necesidades y exigencias de la población, la cual hoy está en el desamparo e incertidumbre.
No es momento de pensar en elecciones y mucho menos para el partido en el gobierno. Es tiempo de crear las condiciones necesarias para sembrar confianza no solo entre las fuerzas políticas, sino también entre las fuerzas productivas, sociales y económicas en torno al gobierno para hacer un solo frente, uno en favor de México.