Morena está perdiendo terreno y las elecciones aún no comienzan. Aunque es verdad que los grupos tienen su propia fuerza, lo cierto es que un número importante de militantes que creyeron en el Movimiento Regeneración Nacional son presa de la decepción, tras ver que los líderes guindas se han convertido en lo que tanto criticaron.
La unidad, el respeto, el juego limpio, son conceptos que entre los representantes de López Obrador no tienen cabida.
Desde hace unas semanas pero, principalmente en las últimas 72 horas, los morenistas de Puebla se han empeñado en dinamitarse desde el interior. Realizan consejos turbios, utilizan las lagunas legales, nombran y quitan “presidentes estatales”, y todo para tratar de garantizar que sus afines se queden con algún hueso a través de alguna candidatura.
Más allá de que obligarán al Tribunal Electoral y a la Comisión Nacional de Honor y Justicia a pronunciarse sobre los más recientes movimientos, en donde todo indica que Mario Bracamonte será considerado espurio, pero el daño estará hecho; serán las fracturas internas las que conviertan a Morena en un partido electoralmente vulnerable.
En este escenario no debiera sorprendernos si, al final, los morenistas arrecien el fuego amigo y lo mantengan bajo un escenario de guerra hasta el día de las elecciones, permitiendo que la alianza PRI-PAN-PRD se apodere de los espacios que hoy dan por sentado que les pertenecen.
¿Podrán las huestes lopezobradoristas entender que la política se construye en lugar de dinamitarse?
Veremos y diremos.
Adiós al padre Froylán
Ayer nos enteramos de otra víctima más del Covid. El padre Froylán González Pérez, a sus 81 años de edad, para las nuevas generaciones tal vez sea un desconocido; sin embargo, el ministro fue todo un personaje en el ámbito político, empresarial, y medios de comunicación, ya que era quien casaba, bautizaba a sus hijos o daba las comuniones, ahí en el templo donde siempre estuvo, La Candelaria, o como se le conoce en el barrio, la Iglesia de Xonaca.
Ese templo que formó parte de la leyenda de Maximino Ávila Camacho por estar su casa a unos cuantos metros, reunía en las bodas de la segunda mitad del siglo XX a toda la clase política, empresarial, y hay que reconocer, también a los medios de comunicación.
El Padre Froy, como le decían en el barrio, era tan importante que el Cardenal Ernesto Corripio Ahumada, ofició la misa por sus 25 años en el sacerdocio; sin embargo, para Froylán la humildad siempre fue su consejera.
El ministro se convirtió en la mano derecha del arzobispo Rosendo Huesca Pacheco a partir de 1976 y fue partícipe del proceso de pacificación entre la Universidad y la Iglesia.
Hombre centrado que jamás se involucró a favor de alguien en la política y mantuvo la sencillez durante todo su ministerio, por ello le encomendaban algunas tareas, principalmente las que incluían dialogar con opuestos.
Sus servicios en un casamiento, primera comunión, o bautizo en el Templo de la Candelaria, eran un lujo que se cobraba bien a quienes más tenían; sin embargo, la gente del barrio de Xonaca, nunca se lo recriminó, pues el dinero recaudado se utilizaba para repartir despensas a la gente pobre, y hasta entregó efectivo a los más humildes.
Cuentan que cuando un periodista acudía a pedirle que lo casara, o que bautizara a uno de sus hijos, siempre aceptaba y le decía: “Sólo deja una limosna, soy amigo de los periodistas”.
Podríamos decir que en los hechos, él fue el primer director de Comunicación Social de la Arquidiócesis de Puebla, porque entendió el trabajo de los medios de comunicación.
Se fue el cura que supo lidiar con el poder, sin recibir una sola cornada. Descanse en Paz.