Es más que evidente que al gobierno de Andrés Manuel no le ha importado la vida de los mexicanos que han fenecido frente al coronavirus en los últimos 12 meses. Pero su indiferencia hacia quienes han padecido esta crisis de salud abarca también a sus propios compañeros de movimiento. Le guste o no, la de AMLO es una traición a luces vista.
Ayer el gobernador Miguel Barbosa, quien dice las cosas de manera directa y franca, recriminó que la administración federal, no haya enviado ni recursos ni insumos para afrontar la crisis sanitaria más grave de los últimos años.
Observando la necesidad y el desabasto de medicamentos, es irrefutable que los supuestos millones que se recaudaron por la rifa del avión, de la cacareada terminación de cobro de moches de los servidores públicos, de los miles de recortes y ahorros anunciados, no sirvieron para que AMLO cumpliera con quienes los necesitan. Tristemente, el mandamás de la 4T ha fingido demencia y no ha enviado los insumos ni los recursos a los estados para afrontar la pandemia.
Por dónde se le vea, es absolutamente injustificable y hasta criminal que un año después y sobretodo durante los meses de pandemia, la federación no haya cumplido su parte del acuerdo firmado ante el Insabi.
El incumplimiento de este convenio también nos demuestra, una vez más, que la 4T quitó al Seguro Popular sin tener un verdadero plan para cumplir con los requerimientos mínimos y garantizar la salud a los mexicanos, particularmente a los más pobres, esos a los que tanto se refiere López Obrador en sus discursos.
Vacunas, la medallita
Pero el caos en el sistema de salud no es lo único que AMLO les endilgó a los gobernadores. La mala organización y la desinformación ante la llegada a cuentagotas de vacunas a los estados, son otras de las fallas que el presidente pretende achacarle a los gobiernos locales.
Sin embargo, Andrés Manuel pretende colgarse la medallita de las dosis que sí han podido ser aplicadas.
Tal ha sido el descaro del presidente y de su gobierno sobre la adquisición y reparto de vacunas —repito, a cuentagotas—, que el Instituto Nacional Electoral ya le ordenó al partido lopezobradorista que deje de hacer uso político de las dosis.
Parecería que la orden o el plan federal es que los estados paguen todos los costos –económicos y políticos- ante las fallas en el sistema de salud mexicano; pero que sea AMLO y Morena quienes se lleven las palmas por cumplir con su obligación: dotar de vacunas.
Superdelegación dorada
En la edición de este jueves en Intolerancia Diario le revelamos que para mantener la superdelegación del Bienestar pagamos sueldos que no los gana ni AMLO, sólo para cubrir la nómina de Rodrigo Abdala y su burocracia dorada.
Lo indignante es que cobrando más de 120 mil pesos mensuales el superdelegado haya sido incapaz de decirnos cuántas dosis llegarán, cuándo y cómo se repartirán, en dónde se aplicarán… en resumen, no ha sabido informar ni organizar absolutamente nada.
Puebla fue nota internacional por la pésima organización en las jornadas de vacunación y así como se ve, seguiremos en la mira.
Vaya decepción.