Ya sabemos que cada vez que los datos duros y la realidad nos muestran que la 4T es la vida de un gobierno mentiroso y retrógrada, el Presidente Andrés Manuel López Obrador siempre se justifica bajo el argumento de que él tiene “otros datos”.
Ayer, México volvió a quedar en ridículo por culpa del tlatoani macuspano, quien acostumbrado a mezclar la gimnasia con la magnesia consideró que la Cumbre Mundial del Medio Ambiente era buen lugar para proponerle a su homólogo norteamericano que sembrar árboles y atender el problema migratorio podían resolverse con una misma receta.
Para AMLO su programa Sembrando Vida será la solución al desempleo y al retraso económico de los habitantes y países de Centroamérica.
Su atrevimiento fue tal, que hasta le propuso a Joe Biden que entregue visas y nacionalidad gringa a quienes se sumen a un proyecto que no tiene pies ni cabeza.
Y es aquí donde hoy quiero detenerme.
Sembrando Vida, otro fraude de la 4T
Ya sabemos que la opacidad y la mentira son parte del sello de la administración de López Obrador, sin embargo lo que hasta ahora no era tan visible es el gran fraude que está resultando este programa que originalmente buscaba combatir la deforestación del país.
En el 2019 se anunció que sembrarían 575 millones de plantas y sólo se contaron con 80 millones, es decir, ni una quinta parte de las calculadas.
De esos 575 millones de arbolitos, Sedena se había comprometido a entregar 100 millones, pero como era previsible, no pudo alcanzar la meta y sólo entregó 37 millones, una tercera parte.
Desde aquí ya podemos ver que una cosa es prometer que se plantarían miles de especies para generar una mejora en el planeta o para fortalecer la economía local y otra, nuevamente la terca realidad, es que simplemente no se cuenta ni con la producción necesaria.
Pero el problema ahonda en otra cuestión. Hace dos años, en 2019, cuando se plantaron los 80 millones, murieron antes del primer año, la mitad de ellos, ya sea por falta de cuidados, por errores en la siembra o simplemente porque las plantas no eran endémicas de los sitios en donde se colocaron. Estas muertes fueron calificadas como: “curva de aprendizaje”.
Así que después del primer año del programa insignia, de los 575 millones de árboles prometidos, sólo sobrevivieron 40 millones, es decir menos del 10 por ciento, una cifra que inevitablemente dispara los costos de inversión en el famoso “programa social”.
En esta absurda idea de convertir al ejército en todo, el Vivero Forestal Militar de Tapachula, en la 36ª Zona Militar en Chiapas, contó con una inversión de casi 200 millones de pesos y la proyección es que sea el proveedor de plantas a Centroamérica.
Ahora entendemos por qué al tlatoani de Palacio Nacional le urge que Estados Unidos avale su locura de repartir plantas y dinero, mucho dinero de los mexicanos, en Guatemala, Honduras y El Salvador.
Pero el negocio, nuevamente la terca realidad, no va bien. El centro sólo logró producir 40 millones de plantas anuales, que sumados a los logrados en 30 viveros castrenses, en los dos años de evaluación del programa, han alcanzado 215 millones de plantas.
Todavía muy lejos de la cifra prometida. Actualmente hay un déficit de 400 millones de plantas para alcanzar las 1 mil 100 millones planeadas y estos números son datos que nadie, ni el propio Presidente, ha explicado.
En el Día de la Tierra, nuestro país lejos de presentar propuestas serias como el uso de energías limpias, impuestos verdes o recursos para el desarrollo científico, simplemente hizo un perro oso, por la necedad del macuspano de implementar su proyecto, el cual ya vimos, está lejos de ser viable.
No me quiero imaginar la carcajada inicial que habrá soltado Joe Biden al escuchar a Andrés Manuel diciendo: “A los tres años ya que tengas tu cultivo, tienes tu derecho en automático a una visa de trabajo por seis meses a Estados Unidos. Y tres años después de obtener tu visa de trabajo, ya tienes derecho a obtener la nacionalidad estadounidense”.
Lo que sí me imagino es la respuesta de Biden a AMLO: No diga usted pendejadas señor Presidente.
De pena ajena.
La obligada renuncia de Saúl
Estaba claro que el diputado morenista no podría mantenerse en su candidatura, con la cual aspiraba a reelegirse, lo que me parece increíble es que el partido llegara al grado de permitir que él renunciara antes que salir a fijar una postura y echarlo de sus filas.
La complicidad mostrada por otro diputado federal poblano, Ignacio Mier, indigna de igual manera. El video publicado en el que el morenista sostiene que no solicitará que se le retire el fuero a Saúl Huerta para que sea juzgado como cualquier mortal, muestra que por encima de las víctimas, están los compadrazgos.
Saúl Huerta debería no sólo renunciar a su reelección, sino también a su fuero y hacer de su licencia algo definitivo, un personaje como él, no puede representar a los poblanos.
Y mientras escribo estas líneas, escucho un nuevo audio, se trata, presuntamente, de otro joven al que Huerta habría tratado igualmente de seducir, con un modus operandi muy similar al que relató la primera víctima.
En este caso bien serviría una moción presidencial para arrebatarle el fuero, como tanto presumen lo de la 4T y mantener en prisión preventiva al sujeto, que hasta hoy, suma dos señalamientos, ¿cuántos más se requieren para quitarle el fuero y refundirlo en la cárcel?
Entre más se tarden, más crecerá la indignación social, con todas las consecuencias que esto implica.