Verde que te quiero verde. La natural asociación al color de la vida, y del repentino semáforo de diecinueve estados, nos jugará una mala pasada en la salud y economía. Así como García Lorca en su poema más famoso usa el color como representación de que todo lo verde está condenado a morir; el gobierno federal y el color verde no han hecho más que darnos quebraderos de cabeza.

Pasar a verde a 19 entidades federativas, como Edomex o CDMX, es sin duda una estrategia política de AMLO para despresurizar. Regreso a clases, apertura de espacios cerrados, incremento de aforos, entre otros, son parte de la estrategia del ejecutivo para llevar agua a su molino en la jornada electoral, como el pésimo diseño del regreso a clases y la vacunación de maestros antes que otros sectores. Al no existir elementos reales ante la pandemia el infame semáforo se basa en el porcentaje de camas ocupadas y la voluntad de los dos López.

Una maniobra tan burda como la captura del exgobernador de Nayarit, candidato del Verde, en plena jornada. El Partido Verde ha sido una piedra en el zapato de la 4T, aunque netamente mediática, en el pragmatismo es un aliado más del Presidente. Ahí está la narco Gallardía postulada a la gubernatura de San Luis Potosí.

Sin embargo, el verde que más le va a doler a esta administración, lastrando terriblemente al país y su crecimiento, será el verde del medioambiente.

Graznidos desiguales

Los cisnes negros son usados como métafora para explicar un evento sopresivo de gran calado. Para que pueda ser considerado como tal debe de reunir tres características: ser sorpresivo para quien lo observa, tener un gran impacto en la sociedad y, una vez que termina, se racionaliza como algo que de haber visto las señales lo hubiéramos esperado.

El color verde de estos cisnes es por temática, problemas medio ambientales. Eventos catastróficos que por el cambio climático se volverán cada vez más comunes. Usted conoce ya varios, desde sequías hasta granizadas pasando por el sargazo del Caribe mexicano.

Grandes problemas con aseguradoras, no hay compañía que pueda aguantar indemnizar a medio país. Inmensos problemas para los productores que pierden inversiones y capital hasta la pauperización.

La liberación de carbono y otros elementos nocivos al medio ambiente por las maneras de vida moderna son el gran problema del cambio climático. Ante la imposibilidad de cambiar patrones y tendencias de consumo solo queda una salida, precios sobre el carbono. Sea por impuesto, comercio o regulación el tener una tasa impositiva al carbón será una realidad a legislar.

Estos temas fueron discutidos la semana pasada en el Green Swan 2021, evento que tuvo la premisa ¿qué acciones inmediatas pueden tomar los financieros ante las crisis por el cambio climático? El evento fue liderado por un conocido mexicano, Agustín Carstens, ahora Administrador General del Banco de Pagos Internacionales; el banco central de los bancos centrales.

Emisión de bonos verdes estatales y regionales, planes integrales para transformar cadenas agropecuarias a capturadores netos de carbono, políticas diferenciadas a productores conscientes de su rol en rescatar al mundo, entre muchas otras propuestas fueron impulsadas durante el paso de este columnista en el Gobierno Estatal sin mayor eco.

Lamentablemente las visiones de las personas a la cabeza de las instituciones pertinentes es limitada y cortoplacista hasta el punto de la ofensa. La competitividad y la innovación no sabrían reconocerlas aunque tuvieran un membrete adosado.

El futuro de los cisnes verdes y su atención están al borde de una navaja. Visiones como la del senador poblano Alejandro Armenta en adelantarse y legislar la industria del litio son el lado optimista del futuro. La elección de un nuevo Gobernador del Banco de México propuesto por el fan número uno del combustóleo a finales de este año parece ser el lado más oscuro de la moneda.