La base para la agricultura global son los químicos. México no es diferente. Los fertilizantes son la tecnología más usada en el campo con el azadón en segundo lugar, de acuerdo a la Encuesta Nacional Agropecuaria 2019.

Los fertilizantes se pueden agrupar por lo que aportan. Nitrógeno, fósforo y potasio. Los nitrogenados, asociados con tamaño y crecimiento en plantas, son los más importantes y ocupan 2/3 del mercado nacional de fertilizantes. Urea, o sulfatos y nitratos de amonio, pueden sonar más familiares.

México tuvo producción de nitrogenados, superavitario por años, en el boom petrolero vía la paraestatal FERTIMEX. El gas natural, convertido a amoniaco, es el principal insumo para generar urea, mismo que abarca más del 80% de todos los nitrogenados usados.

Sin embargo, la privatización de las 64 plantas de FERTIMEX en el ‘92 fueron clave para una crisis que despeñara la producción nacional. Desde entonces hemos estado importando cuatro quintas partes de todos los fertilizantes nitrogenados que consumimos, 20 mil millones de pesos anuales, con jugosos márgenes para los importadores.

Los elementos no podían ser más atractivos para la Cuarta Transformación. Una todopoderosa paraestatal, desguazada por privados. Especulada para crear oligopolios neoliberales.

El caso Lozoya regresó AgroNitrogenados y Fertinal, hijas de FERTIMEX, al Estado tras un discutido proceso judicial que no ha terminado.

La recuperación de la industria nacional de fertilizantes nitrogenados ha sido un empeño de López Obrador, aconsejado por la secretaria de Energía Nahle con relación sentimental hacia la Planta Pajaritos de AgroNitrogenados donde comenzó su carrera.

Pero han fracasado, terriblemente. No hay gas natural disponible, por lo que no se genera nada de fertilizantes.

La única productora de amoniaco del país, el Complejo Petroquímico de Cosoleacaque en Minatitlán está parado por presupuesto y fallos operativos.

AgroNitrogenados, ahora Agroindustria, ha tenido tantos problemas que decidió abandonar la producción de materia prima e importar todo para producir. También es dueña de la concesión del Puerto de Coatzacoalcos en la Laguna de Pajaritos, el segundo más importante en petroquímicos y el tercero en granos, así que no les importa tanto el flujo de efectivo.

Mientras el plan que podría cambiar una realidad de este país lleva nueve años detenido y ahora depende de una consulta popular.

El proyecto suizo-alemán PROMAN de la segunda planta de amoniaco del país en Topolobampo, Sinaloa tiene la capacidad de volver a México autosuficiente en nitrogenados.

No obstante, el presidente ha decidido confabular a favor de la paraestatal. En agosto pasado, ignorando un decreto aprobado por SEMARNAT, mencionó sobre la planta: -Solo con consulta y será difícil porque hay protestas, hay grupos que no la aceptan-.

A inicios de año un juez revocó la manifestación de impacto ambiental y obligó a un plebiscito con el pueblo indígena mayo para conocer su opinión. Este deberá de transitar en los siguientes meses.

Evitar el vaivén de los mercados al no depender internacionalmente de materias primas y productos terminados para los fertilizantes, tendría un impacto inmenso en la seguridad alimentaria y el bolsillo de los más mexicanos más desprovistos.

En mayo pasado el dictador Aleksandr Lukashenko ordenó bajar un avión volando sobre su país, Bielorrusia, para detener a un periodista opositor. Se desencadenó una serie de sanciones económicas al segundo productor de potasio del mundo que, junto a una carambola mucho más amplia, disparó los fertilizantes a máximos históricos.

México comenzó a sufrir rápidamente el incremento y hasta SEGALMEX diseñó un esquema para Fertilizantes del Bienestar, bajo costo y a sectores desprotegidos, cuyo futuro se ve sumamente incierto.

La seguridad alimentaria del país y la obligación moral y administrativa de evitar el sufrimiento del hambre son loables objetivos, para los cuales el presidente no ha sabido adaptar sus estrategias con la realidad del escenario internacional y tecnológico de estos tiempos.