Después de muchos días en que se especuló sobre su renuncia y se anunciaba la posible llegada de Claudia Rivera, Fernando Manzanilla o algún otro político de la 4T, el día de ayer se oficializó la salida de Rodrigo Abdala de la Delegación del Bienestar.

En este paquete de movimientos, también se reveló el nombramiento de la nueva delegada, Vida Inés Vargas, una mujer cercana al propio Abdala y quien ya formaba parte de la delegación en Puebla.

Con este anunció, que adelanté la tarde de ayer a través de mi cuenta de Twitter, se confirman dos cosas, la primera, que Abdala se encuentra en los afectos del inquilino de Palacio Nacional, de ahí que irá a la capital del país para dirigir la Unidad de Planeación y Evaluación de la Secretaría de Bienestar a nivel federal.

Más allá de lo rimbombante del nombre, la unidad no es cosa menor, se trata nada más y nada menos, que el sitio desde donde se hace la planeación de los programas federales más importantes de la 4T.

Aunque al final sí salió de la llamada súper delegación, lo hizo con un evidente ascenso, pues se colocó en una de las posiciones más importantes para la 4T, ya que ahora trabajará en la protección y evaluación de los programas sociales que se entreguen a lo largo y ancho del país. Para nadie es un secreto que Bienestar es el proyecto estrella de AMLO tanto a nivel de gobierno, como electoral, con rumbo al 2024.

De ahí que podamos decir que el ahora exdelegado del Bienestar en Puebla dio un salto considerable, que lo coloca en una posición de privilegio y con fuerte proyección política.

Y en segundo término, confirmamos que aquellas y aquellos que presumían tener asegurado su lugar como súper delegados en Puebla, simplemente se quedaron esperando, porque a la codiciada delegación del Bienestar llegó una mujer que ni siquiera estaba en la mira de quienes se habían candidateado para dirigir los apoyos sociales en el estado.

Así, calladitos y sin estruendos, los integrantes del equipo de Rodrigo Abdala apagaron las velas que habían encendido los seguidores del exsecretario de Gobernación, Fernando Manzanilla y la presidenta municipal, Claudia Rivera.

AMLO y sus fobias reviven el cadáver de Anaya

Aunque Andrés Manuel López Obrador ha colocado en la bolsa de sus enemigos a su adversario panista Ricardo Anaya, ahora es el propio Presidente quien pareciera obsesionado en construirle la candidatura para sucederlo.

La persecución política, que a través de la FGR se ha realizado en contra de Anaya Cortés, sólo ayudará a que el panista pueda —pese a su propio descrédito— convertirse en una víctima de las decisiones autoritarias de López Obrador y con ello, capitalizar los votos anti-AMLO a su favor.

Un hombre con el colmillo de Andrés Manuel difícilmente no se daría cuenta que el show que está montando para tratar de encarcelar a Ricardo Anaya y obligarlo al exilio, servirá para que el panista reviva como posible presidenciable en 2024.

Aunque hasta el momento el uso de distractores ha sido bastante eficiente para evitar que AMLO enfrente las crisis del país, esta apuesta podría resultarle un tiro por la culata si al final de cuentas, como se estima, Anaya logra aglutinar el descontento de los mexicanos con la 4T y convierte ese enojo en votos en 2024.

¿O será acaso una estrategia para lograr colocar al “rival más débil” como candidato opositor?

Veremos y diremos.