Sin pensarlo, les dije: fuerza camaradas, fuerza camaradas de rostro zalamero. ¡Ay!, si tan solo pudieran pintar lo que no miro. Sí, era un reproche a mis manos que reposaban sobre el papel en el que había intentado trazar la expresión de los ojos de un niño cuando imagina volar sobre las alas de un pájaro. Tal parece que mi lamento les valió gorro, aunque a fe de ser honesto, mis manos tienen memoria y dibujan trazando lo que mi mente o mi corazón desea...es algo rarito y difícil de aceptar y comprender.

Cuántas cosas veo en mi mente, cuántas veo con el corazón y no las miro con mis salerosos ojitos cansados. Hay personas que pueden pintar lo que han soñado, obviamente, eso no es lo mío, yo solo puedo dibujar lo que mis manos recuerdan y cómo ellas lo recuerdan. como quien dice: “paso, sin ver”.

Así es, lector querido: no sé quién fue el sufrido inventor de la sentencia que dice: los sueños, sueños son”, porque vivir sin soñar equivale a transitar por el mundo como una bolsa de papas vacía tirada a la mitad del periférico. No se trata de soñar que nos sacaremos la lotería, eso no es soñar. El soñar es “algo” que depende de tu propia fuerza y energía y de un gran amor y respeto a quién eres y a la vida que posees, por ruda que parezca.

Prefiero aquello que dice: “soñar no cuesta nada”, aunque quizá sea por esto, “porque no cuesta nada”, él porque no nos esforzamos en crear uno o más sueños sin temor a la autocrítica.