Nuestra máxima casa de estudios hizo historia. Ayer Lilia Cedillo se convirtió en la primera mujer que dirigirá el destino de la BUAP. La toma de protesta fue histórica por muchas razones, entre ellas, que se trata de un perfil completamente académico.
En su primer discurso como rectora destacó la importancia de rendir cuentas, de servir a la BUAP y la necesidad de entender que la universidad son todos, un mensaje lleno de inclusión.
La llegada a la rectoría de la BUAP de la doctora Lilia Cedillo, es un buen momento para rescatar algunos datos de los últimos 50 años en la máxima casa de estudios.
Además de ser la primera mujer en ocupar la rectoría, es apenas la segunda autoridad del área científica que coordinará los trabajos en la institución.
La trayectoria de Cedillo nos indica que es alguien a quien no le gusta la grilla, que prefirió la docencia y la investigación, además del deporte, características que le valieron el reconocimiento de los universitarios.
50 años de historia
Fue en el año de 1972, en medio de una turbulencia ideológica, cuando llegó el primer rector comunista, el químico Sergio Flores Suárez. Ahí se rompió con el PRI y sobre todo con Acción Nacional. El PCM gobernó la casa de estudios.
Los conflictos durante ese rectorado crecieron, se presentaron los homicidios de universitarios, como Joel Arriaga y se registró el ataque al Edificio Carolino el 1 de mayo, que dejó al menos cinco muertos.
En 1976, el Frente Estudiantil Universitario tomó por la fuerza el Edificio Carolina y exhibió el armamento que había en ese lugar.
Posteriormente se nombró a su sucesor, un científico reconocido, Luis Rivera Terrazas, quien además era su yerno.
Fue entonces cuando se creó el Departamento de Física del Estado Sólido, se impulsó la ciencia, pero se mantuvo la masificación de la universidad, los grupos eran de 120 alumnos en diferentes carreras.
Rivera Terrazas dialogó con el entonces arzobispo, Ernesto Corripio Ahumada y logró ponerle fin a la guerra que sostenían la Iglesia y la Universidad.
Alfonso Vélez Pliego, en 1980, ganó la elección y buscó poner orden, con el rescate de edificios históricos y una nueva era de la universidad. Fue entonces cuando se logró el deslinde del entonces Partido Socialista Unificado de México.
Pero los grupos radicales continuaban presentes y en 1987 llevaron a la rectoría a Samuel Malpica Uribe, quien retomó el enfrentamiento con el gobierno, revivieron las manifestaciones, la huelga, hubo un caos y después sus egresados padecieron para conseguir empleos.
Para 1989 la crisis fue insostenible, no había dinero para pagar la nómina y entonces llegó el golpe. Durante una sesión del Consejo Universitario se nombró a Juvencio Monrroy, que era militante del Partido Acción Nacional.
Para calmar a los grupos se nombró a un interino, Eduardo Jean Pandal, quien convocó a elecciones en 1991, y ya con el voto ponderado, donde no vale lo mismo el voto de un preparatoriano, que el de un científico, se nombró a José Dóger Corte, quien inició la reingeniería administrativa de la casa de estudios.
De ahí ya llegarán los otros rectores, Enrique Dóger Guerrero, quien había sido vicerrector, y posteriormente Enrique Agüera Ibáñez, ambos fueron vinculados al PRI, el primero llegó a la presidencia municipal, y a ser diputado federal, el segundo fracasó en su intento de llegar al Charly Hall.
Hay que resaltar que en esta etapa los conflictos extra universitarios se frenaron, y se dio el crecimiento de la casa de estudios con nuevos campus.
Con Alfonso Esparza se separó la política partidista de manera total, los partidos quedaron fuera de la Benemérita, se hace valer la autonomía y se impulsa la ciencia.
Hoy llega el turno a Lilia Cedillo, quien participó para crear la vacuna contra la influenza, académica respetable que esperamos logre poner en lo más alto a la universidad.