Estoy convencido que uno de los grandes males de nuestro país es la impunidad, porque si la corrupción tuviese consecuencias no sería tan común y tan cínica como lo es actualmente.
Lo vemos en muchos casos, en muchas acciones, en autoridades y sociedad, en todos los niveles de gobierno y en muchas cámaras empresariales, en casos pequeños y en casos de mucha envergadura.
En este caso me refiero específicamente a los recientes procesos de entrega recepción de las administraciones municipales.
Una vez pasada la elección del 6 de junio, vimos diversas reacciones de los presidentes municipales cuyo candidato no fue el ganador o cuya reelección no se pudo dar. Algunos escatimaron el reconocimiento, otros guardaron silencio, otros buscaron acuerdos con los presidentes electos, algunos buscaron aferrarse al poder y solo unos cuantos admitieron la derrota, levantaron la mano del ganador y se dijeron dispuestos a un proceso amable y transparente de transición.
Lo que en realidad sucedió después en un alto porcentaje de municipios fue muy diferente. Compras de pánico sin ton ni son con tal de acabarse el presupuesto, deudas escondidas, computadoras cuya información fue borrada, documentos destruidos y un muy variado abanico de sucias triquiñuelas para obstruir el inicio de las nuevas administraciones.
Pocos presidentes municipales han alzado la voz y menos han decidido tomar acciones legales. La mayoría se queja en voz baja, en reuniones de trabajo y lo considera un modus operandi ya común.
Lo más grave es que no pasa nada, lo hacen de manera absolutamente impune, nadie los molesta, no los llaman a rendir cuentas y la vida sigue como si nada. Salvo que caigan en desgracia política, se vuelvan incomodos, sean candidatos a otro puesto o se peleen con alguien con poder. Entonces sí sale el garrote, desde la Auditoria Superior del Estado y desde el Congreso Local se inicia una persecución a modo cuya finalidad no es la justicia y la transparencia sino silenciar, desaparecer del mapa político o quitarle las ganas de ser candidato nuevamente a los interfectos. Si se repliegan, saben negociar o vuelven a congraciarse con el poder, asunto arreglado, no más persecución.
Muy pocos casos de una investigación seria, objetiva, apegada a derecho y sin tintes políticos hemos visto en Puebla. Justicia selectiva sí, justicia real no.
¿Hasta cuándo lo seguiremos permitiendo los ciudadanos?
1.- Una vez más un terrible accidente en la caseta de San Marcos de la autopista México-Puebla. Ya son muchos muertos, heridos y daños. Es claro que algo está funcionando mal y no se ven acciones reales para componerlo.
2.- Se ve muy complicado que el PAN salga unido de la elección del próximo 14 de noviembre.
3.- A pesar de su directiva, una vez más el Puebla FC está en las instancias finales del torneo. Ojalá nos vaya muy bien.