Ayer lunes mientras la jefa de gobierno de la Ciudad de México tuiteaba: “Comenzando la semana en reunión de Gabinete de Seguridad en Palacio Nacional. Tengan un buen día” y partía pastel con el presidente, Andrés Manuel López Obrador, y el general secretario, Luis Crescencio Sandoval; dos misiles se dirigían a ella.

Las humillaciones a niños en albergues administrados por el gobierno de la morenista y la experimentación con Ivermectina en 200 mil capitalinos con Covid, son demoledoras.

Pero si estas dos denuncias son por sí solas una tragedia, resulta increíble la respuesta de la jefa de gobierno ante ambas situaciones.

Vamos por partes.

Aunque desde febrero del año pasado la farmacéutica Merk informó que la Ivermectina servía contra las lombrices, pero no presentaba eficacia clínica en pacientes con enfermedad COVID-19”, el gobierno de Claudia Sheinbaum decidió gastar 29.3 millones de pesos para regalar y recomendar el medicamento a los pacientes capitalinos con Covid.

El tratamiento experimental, como muchas de las cosas que hace la 4T, careció de un estudio formal, de un registro adecuado y de transparencia. A los enfermos jamás se les dijo que eran ratas de laboratorio y menos se les pidió su consentimiento para participar en este disparate.

De ser ella quien se enterara que sus familiares fueron parte de un experimento por la ocurrencia de un gobernante que tiene los ojos en la silla presidencial antes que en su actual responsabilidad, ¿Qué habría dicho?, ¿Habría demandado?

Ante la falta de registros y constancias, difícilmente se sabrá si este tratamiento experimental causó la muerte de alguien o si generó complicaciones en algunos casos.

Eso no exime a la autoridad de su responsabilidad. Jugaron con la vida de 200 mil capitalinos, que no se nos olvide.

Los niños que no ve ni Reinserta

Un reportaje de largo aliento publicado antenoche por Crónica reveló, con fotografías incluidas, las humillantes condiciones en las que viven los menores que por necesidad tienen que estar en los albergues de la Ciudad de México.

Nuevamente la respuesta fue casi peor que el propio hecho. Lejos de condenar las violaciones a los derechos de los menores, el gobierno de la Ciudad de México cuestionó que se hayan documentado y retratado las vejaciones.

Como si con dejar de publicarlo, por arte de magia, las instituciones se volvieran un modelo digno.

Asombra también que en este caso las organizaciones -como Reinserta- que tanto vociferaron con el caso del bebé Tadeo no emitan ni un pronunciamiento, porque les recuerdo que esos menores también están presos y ya vimos que no les respetan ni la dignidad.

¿Será que ahí no hay intereses políticos que dañar?

Estos dos escándalos, la tragedia del metro y el caso de corrupción del colegio Rébsamen, son parte de la lista de cadáveres y pendientes que se le acumulan en el closet a la jefa de gobierno y que con mucha facilidad pueden derrumbar sus sueños presidenciales.

Y no es cuestión de género.

En Puebla, los Mier, los y las Rivera, que también comienzan a mover sus canicas para 2024 deberían voltear a la capital del país y verse en ese espejo, no sea que algún escándalo termine por sepultar sus anticipadas aspiraciones.