Nadie en su sano juicio podrá estar a favor del maltrato infantil; seamos o no padres, nos indigna la violencia contra los niños.
Los casos de abusos físicos que sufren los menores, incluidos los golpes que les dejan marcas físicas y también psicológicas son un tema de lucha que nos unifica.
Pese a esta firme postura, es necesario reconocer que no podemos como sociedad aplaudir y fomentar una absurda sobreprotección a los menores, porque esto también será una forma de violentar sus derechos, el de la formación y educación.
Les planteo esto después de que ayer, en la Comisión de la Familia los diputados aprobaron la famosa Ley Anti-Chancla. Nuestros legisladores, sin opinión de expertos de por medio, aseguran que esta reforma no es otra cosa que la adecuación a la Ley de los Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes que se requería para armonizarla con la Ley General en la Materia.
Dicen los expertos de este siglo que la norma tiene la intención de proteger a las niñas, niños y adolescentes del maltrato familiar pues este tipo de agresiones podría influir en su vida adulta.
Pero seamos realistas, una cosa es el maltrato infantil, el que insisto no puede ser tolerado bajo ninguna circunstancia y otra muy diferente es una buena nalgada, o un oportuno jalón de orejas para reprimir a un niño berrinchudo.
Esos manazos, nalgadas o una sonora reprimenda ayudan en la formación de las criaturas que un día serán hombres y mujeres. Conocer los límites, tener tolerancia a la frustración, aprender a respetar y mantener una disciplina, les permitirá contar con el carácter necesario para salir adelante y sobre todo para ser ciudadanos de bien.
El refrán lopezobradorista de “Abrazos no balazos” tiene a medio país sumido en el miedo y bañado en sangre, ¿queremos eso para nuestros hijos y nietos?
Una de nuestras obligaciones como padres es mostrarles a nuestros hijos que existen autoridades, que no todas sus acciones son correctas y que los comportamientos generan consecuencias.
La reforma, por muy homologante que sea, presentará complicaciones en el momento de su aplicación. El primero de ellos será que tras su aprobación en el pleno y su publicación en el Periódico Oficial, los juzgados de lo familiar comenzarán a saturarse, ya que si algún vecino o acomedido considera que un manazo o una nalgada no debieron ser aplicados, podrá ir a presentar su denuncia.
Y no descarte usted que sean los propios menores quienes pongan en aprietos a sus padres o tutores cuando enojados porque no los llevaron al cine o nos les compraron un juguete, acusen en la escuela que les pegaron. Entonces la maestra o maestro podrá denunciar.
Y poco a poco se van a multiplicar los casos. Lo grave es que dejará de ponerse atención cuando realmente se presente el maltrato contra menores. Serán esos niños golpeados salvajemente los que no tengan la justicia porque a alguien se le ocurrió decir a los padres cómo deben educar a sus hijos.
Como dice un conductor de TV Azteca en las mañanas, se está creando una generación no de cristal, sino de mazapán.
Los otros datos de la SSC
Ayer la secretaria de Seguridad Ciudadana del municipio de Puebla, Consuelo Cruz, soltó unas declaraciones que deberían, cuando menos, prender las alarmas de su jefe.
Palabras más, palabras menos dijo que su dependencia tenía registrados cinco asaltos al transporte público en las últimas cuatro semanas.
En el colmo, comparó que antes el reporte de asaltos a pasajeros era de siete eventos mensuales.
¿Quién mal informa a la secretaria?
Basta con revisar las denuncias en redes sociales para saber que cada día se registra, al menos, un par de atracos y eso, que presumen de tener toda una estrategia para combatir el crimen.