Dado que está presente la muerte, en una corrida de toros es una ceremonia de culto en donde se respetan las normas solemnes de una liturgia antigua y ordenada.

El término "liturgia" proviene del griego λειτουργία (leitourguía) que significa "servicio público" u "obra del pueblo". La liturgia se utiliza para darle realce a ceremonias religiosas, académicas o militares.

Como explica Rubén Amón en su libro "El fin de la fiesta": "No hay liturgia sin feligresía. Ni plaza relevante que no tenga un público iniciado".

Si bien la estética presente en una plaza de toros conmueve y emociona a quien asiste por primera vez, la afición surge cuando  una persona va profundizando en lo que sucede en el ruedo.

Cada plaza tiene su propia personalidad que permea y alecciona a quienes asisten con frecuencia. Cuando llegue a vivir a Guadalajara me llamó la atención la exigencia del público y la seriedad del toro.

En su obra "Por los senderos taurinos", el aficionado regiomontano Tito Osuna decía de la afición tapatía: "Cuando chirrillan las bisagras de la puerta de toriles para dar paso al toro bravo, la gente de los tendidos estudia de inmediato al bruto. No quiere juzgar al torero sin antes analizar al toro. Por eso pesa tanto Guadalajara".

Calificaba a la plaza de Guadalajara como seria y justa: "Su seriedad la encauza la propia afición, porque gusta de las normas y sus secretos en los momentos aquellos en que se está haciendo el toreo; es justa, porque ese público ovaciona al torero cuando éste logra, a base de un toreo amplio y cargado de conocimientos, que el toro se le entregue, consiguiendo así la entrega más difícil".

Quizá con más romanticismo que objetividad, Tito Osuna decía que el público tapatío era como el de Sevilla que observaba en silencio y "que después de una mala tarde abandona el coso con una penita muy honda".

El  escritor regiomontano atribuía esa iniciación del público al empresario don Ignacio García Aceves, quien calificaba de hombre de una honradez acrisolada, taurino de rancia solera y enchapado a la antigua: "Sabe y entiende que el toreo debe de hacerse clásicamente y que para ello es indispensable el toro de sangre entera, el que venga desde allá hasta aquí, el que no deja su temperamento enredado en el peto del primer caballo y que su pelea sea de campo abierto y no atrincherada".

En el libro "Agotado el boletaje", don Francisco Madrazo Solórzano también habla del entonces empresario de Guadalajara. “Cómo olvidar las giras a las ganaderías, casi siempre sesenta días antes de principiar la temporada con la tradicional Feria de Octubre, para ver el estado en que estaban los toros y novillos, comprados con más de un año de anterioridad".

Y cuenta que en sus primeros cincuenta años como empresario, don Nacho dio más novilladas que corridas de toros.

Si bien hoy la afición tapatía no tiene la seriedad descrita por Tito Osuna y ya no observa en silencio, sigue teniendo carácter y una forma de disfrutar sus corridas de una manera especial. En la temporada taurina poscoronavirus, se han observado buenas entradas y eso es positivo.

Me ha llamado especialmente la atención la falta de ganaderías de Jalisco en las corridas que se han programado, y en distintas tardes hemos sufrido muchos toros descastados.

Sin embargo, la empresa ha premiado la paciencia de los aficionados y nos regala un cartel adicional a los que había anunciado originalmente.

Repite a los tres jóvenes triunfadores que han despertado la ilusión del púbico. El domingo 3 de abril se anuncia aHéctor Gutiérrez, Diego San Román y Miguel Aguilar.  

¡Qué Dios reparta suerte!