El 1 de diciembre de 2018 además de prometer que el litro de gasolina se vendería en 10 pesos, Andrés Manuel López Obrador, dijo que él respondía únicamente por su hijo Jesús Ernesto, el menor de todos, y que los otros deberían responder por sus propios actos.
El discurso que era parte de esa promesa de cambio, fin al nepotismo y la corrupción quedó en el aire.
Todo fue mentira. El escándalo de la Casa Gris sacó al padre tierno y protector que defiende a capa y espada a su hijo, sin importarle que para ello tenga que mentir.
Cada vez que AMLO intenta explicar cómo es que su junior tiene empresas chocolateras exitosas o una casa llena de lujo en Estados Unidos, termina por enlodar más y más el caso, demostrando que encubrir y proteger a su vástago es la prioridad.
En el exceso, durante la mañanera, AMLO hizo la absurda comparación entre la fortuna de su hijo y la que presuntamente tiene Carlos Loret de Mola; “es modesta”, dijo sobre la riqueza de José Ramón López Beltrán.
Aseguró que su junior gasta menos y para ejemplificar dijo que José Ramón paga la friolera cantidad de 5 mil dólares como renta de su Casa Gris, es decir, unos cien mil pesos mexicanos cada mes: ¡Qué barato!
Para darnos una idea, en Santa Fe, una de las zonas más exclusivas de la Ciudad de México, una renta va de los 25 mil a los 50 mil pesos, es decir menos de la mitad de lo que paga en Estados Unidos el junior y ni hablar de los costos colaterales como el mantenimiento, servicios y derechos.
Regresando a la fortuna que ha amasado el joven al que no le conocemos ninguna actividad laboral, al iniciar el sexenio López Obrador dijo que sus hijos no tenían bienes, entonces la pregunta es ¿Cómo los adquirieron, herencias, donaciones, negocios?
La respuesta más sencilla sería lo más obvio: tráfico de influencias y corrupción.
Al decir que Loret tiene más dinero el presidente omite que el periodista, con el que se puede estar o no de acuerdo por su estilo, tiene una carrera profesional de muchos años y la realidad es que ha sabido venderse, Televisa le pagó muy bien, además si tiene convenios, seguro que estos hoy más que nunca están auditados por la Secretaría de Hacienda. En el caso de Carlos, aunque se trate de un particular, se puede conocer el origen de su “presunta” fortuna.
En aras de la democracia, el Presidente podría decirnos con total honestidad y transparencia ¿Cuál es el origen de sus pesos, centavos y dólares?
Y por favor que no nos salga nuevamente con que el junior se hizo millonario porque es consultor en Estados Unidos, pues ese cuento no nos lo tragamos. Ya explicamos en este mismo espacio que para eso requeriría, para comenzar, una licencia para ejercer.
El caso de José Ramón tiene muchas similitudes con los escándalos de los hijastros de Vicente Fox, que se hicieron de un patrimonio y un enriquecimiento inexplicable.
¿Pues no que éramos diferentes?
Está claro que una cosa es decirle al pueblo bueno en el Zócalo de la Ciudad de México que bajará la gasolina y que su gobierno no será corrupto y otra, transparentar los bienes del junior… y López Obrador ya dejó en claro que no importa mentir ni ser un padre alcahuete con tal de salvar a su bebote.