Ayer cerca del mediodía, el zócalo de la capital pudo convertirse en un campo de batalla, obradoristas y opositores estuvieron a unos cuantos metros de coincidir. Unos 300 centímetros evitaron que ambos bandos se vieran frente a frente

Aunque no sucedió, la pregunta es: ¿quién hubiera sido el responsable si por alguna imprudencia se desatara la violencia entre estos contingentes radicalmente opuestos?  

Tras la gresca, seguramente se habría culpado a uno u otro bando: que si los de guinda eran más, que si a los de chaleco verde les faltaba barrio, que si fue un tercero, que si hubo infiltrados, etcétera.  

Sin embargo, el verdadero responsable de esa hipotética agresión, —que por desgracia ya se materializa en la mesa de muchos hogares— estaría plácidamente en Palacio Nacional.  

Los discursos de Andrés Manuel, que cada día se magnifican a través de sus mañaneras, han calado hondo entre los mexicanos, cada día más polarizados

Y eso es exactamente lo que reflejaron las dos marchas que buscaban —unos y otros— apoyar y rechazar la Consulta Popular para la Revocación del Mandato, del próximo domingo.  

Sin embargo, la terca realidad nuevamente se impondrá cuando el presidente corrobore que no se alcanzará la meta de que 40 millones de mexicanos salgan de sus casas y se presten a la farsa que nos cuesta más de 500 millones de pesos.  

Desde hoy, López Obrador podría presumir que los mexicanos pidieron que continúe en el poder pero la cifra que a capa y espada tratará de esconder es la del número de votantes.  

En números redondos, AMLO llegó a la presidencia con el sufragio de 30 millones de mexicanos, cualquier cantidad de votos del próximo domingo por debajo de eso, arrojará el porcentaje perdido de simpatizantes, fanáticos y seguidores, en estos tres años.  

Pero regresemos al día a día, a la realidad social que se vive afuera de ese suntuoso Palacio: la polarización es una bomba de tiempo.  

No se ve lejana la posibilidad de vivir conatos o actos de violencia en las calles por un fanatismo provocado por quien se siente la reencarnación de Benito Juárez

Hoy Andrés Manuel habla de los conservadores y los equipara con los enemigos de la nación. Ese discurso lo vende a sus seguidores, quienes no se dan cuenta que son los tontos útiles de la consulta lopezobradorista

Al igual que hace 160 años cuando la gente se cegó por Juárez y lo apoyaban porque era indígena, no se daban cuenta que Tomás Mejía, quien lo combatía, era un indígena otomí, que protestaba por los abusos de los liberales

Independientemente del resultado, se logrará el objetivo de López Obrador, cuestionar al INE y victimizarse, por no haberle “permitido” a 30 millones de mexicanos votar por su capricho personal. 

Y fiel a su costumbre, olvidará que negó a toda costa a ampliar el presupuesto que requería el Instituto Nacional Electoral para llevar a cabo la consulta e instalar el número de casillas que se proponía.  

Lo del domingo 10 de abril servirá también como cortina de humo para matizar todo lo que llegará después de ella, comenzando con la Reforma Eléctrica, que buscarán sacar durante la Semana Santa, además de distraer al ciudadano común del creciente índice inflacionario que le pegará duramente a su bolsillo

El discurso nacionalista estará a todo babor, aunque el monopolio de los negocios de la CFE lo tendrán sus amigos, igual que cómo lo hizo Juárez con los bienes de la iglesia, en donde el reparto del botín quedó sólo entre sus allegados, en uno de los mayores actos de corrupción de la historia de México.  

Regresando a las marchas y la confrontación, por fortuna las de ayer no terminaron como el Rosario de Amozoc, pero es evidente que el barril de pólvora está lleno, con un piromaníaco con fósforo en la mano desde Palacio.